La máquina de sueños
Cada tramo ha adquirido características muy propias. El nuestro --que va del Ángel a la Diana-- es un corredor cultural. Cerca de nosotros se instaló una exposición de Faro de Oriente, con fotografías, grandes paneles para que la gente se exprese y una máquina de sueños, que me parece un símbolo muy apropiado de nuestro movimiento, que sueña con un futuro mejor para todos y luego trabaja muy duro para conseguirlo, creando belleza a su alrededor.
Los jóvenes ejecutivos que pasan apresuradamente a nuestro costado, arriscando las narices, son ciegos. Mientras que acá todo es diversidad, color, imaginación, poesía, allá es uniformidad, grisura, temor. Muy pocos de ellos se atreven a bajar de la banqueta y detenerse un momento a contemplar las fotos. Como suelen ir en grupo, seguramente tienen miedo de las críticas o las burlas de los demás. Suya, que no nuestra, es la mentalidad de manada. Sin conocernos ya nos juzgaron. Somos sucios, desordenados, destructores, bárbaros. Con que dieran dos pasos hacia nuestro lado se darían cuenta de que nada es cierto, pero entonces tendrían que cuestionarse también muchas otras cosas, como su éxito en la vida. Prefieren dejar las cosas como están, seguir en su cómoda rutina, no salirse del surco. Su docilidad será recompensada algún día con una Vicepresidencia Ejecutiva, una oficina con ventanas y un auto de lujo. ¿Qué más puede uno pedirle a la vida?
Por eso no nos entendemos. Gramsci escribió que todos los humanos tenemos ambiciones. Si no, nunca hubiéramos salido del pantano primordial. Pero hay ambiciones grandes y pequeñas. Estas últimas se dan en el terreno de lo individual: tener una casa muy grande, una cuenta de banco muy jugosa, muchos subordinados, aparecer en los periódicos, ganar un Nóbel. Las otras se dan en el terreno de lo social: acabar con la injusticia, mejorar la condición humana, conservar la dignidad, aunque el precio sea el hambre, la cárcel o la muerte. Se requiere valor para tener este tipo de ambiciones. Son normales en los jóvenes, pero el paso de los años va induciendo al conformismo, a la apatía. Son raros los seres como el Quijote que todavía se atrevían a soñar siendo mayores.
Esos locos geniales son los que cambian al mundo, no los contadores que lo miden y lo pesan todo antes de dar un paso. Hoy viene en La Jornada una entrevista que Elena Poniatowska le hace a AMLO. Aunque breve, deja en claro muchos de los motivos de nuestra lucha. Como dice AMLO:
-¿Pero qué te mueve? ¿Por qué andas en esto? ¿Responde a tu amor por la historia?
-Desde hace mucho tiempo, desde que era yo joven, conozco la historia de mi país y sobre todo conozco a la gente, he recorrido todo el país, todas las regiones de México. Le tengo un profundo amor y admiración al pueblo, la gente es muy noble, muy buena, lo mejor que tenemos en México es nuestro pueblo. Entonces que no quede por nosotros y hagamos lo que nos corresponde y ¡a esperar! Como lo dije en mi discurso de anteayer: en nuestro movimiento hay humildad y orgullo, hay humildad por diversas razones...
-Porque la gente que está aquí es humilde.
-Sí, es humilde, pero porque también el poder es humildad, porque no aspiramos a actuar con prepotencia. Pero también hay mucho orgullo porque es muy satisfactorio defender principios e ideales, no jugar con la dignidad de la gente. ¿Te imaginas a estos señores que están acostumbrados a comprarlo todo, la frustración que les debe producir no poder comprar nuestro movimiento? Por eso su tema debe ser: "¿Y qué hacemos con ellos?" Tenían su plan y no les funcionó. Pensaron que nos iban a arrasar en las elecciones y con todo no pudieron y aquí estamos, y yo creo que se siguen haciendo la pregunta de "¿qué vamos a hacer?" Y por eso las propuestas del diálogo y la negociación y el gobierno de transición, por eso nos quieren agarrar la pierna, políticamente hablando, pero no nos dejamos agarrar la pierna.
Con razón el odio. Tan fácil que resultaba comprar conciencias y dejar todo igual y ahora sale un necio que dice que no y que no y que no se deja ganar. ¡Qué frustración! Es natural que este odio se manifieste en una andanada incesante de críticas, calumnias, amenazas y que la guerra de odio arrecie. Claman por la institucionalidad, pero son los primeros en no respetarla. Y como les repito a los que me salen con este argumento, el PRI lleva lo institucional hasta en el nombre y nadie lo respeta, porque el respeto se conquista, no se decreta. Para ser respetado hay que ser respetable. El IFE tampoco se ha hecho merecedor de respeto, ni la Presidencia, ni el Poder Judicial. Y cuando se le pierde el respeto a algo, está acabado, algo nuevo tiene que ocupar su lugar.
Hoy estuvimos metidas en la domesticidad, pelando papas, partiendo coles, friendo tocino. Y no sé si a ustedes les pase, pero las labores domésticas sacan mi lado más reflexivo. Lavar trastes me convierte en toda una filósofa, tender las camas en una politóloga y barrer en una antropóloga por todo lo alto. Estábamos de lo más tranquilas cuando llegaron corriendo las vecinas de la Asamblea de Barrios a pedir nuestro apoyo. Cuando llegamos ya no pasaba nada, pero parece que un grupo que produce un programa de radio de que se llama Antisocial y que denuncia a los que ensucian las calles, a los que no respetan las leyes de tránsito, etc. llegaron con una cámara de video profesional a retratar los campamentos para demostrar el daño que le hacemos a la ciudad. ¿Un programa de radio con una cámara de video profesional...? Raro, ¿no? Al grito de voto por voto, casilla por casilla los obligaron a retroceder hasta el otro lado de la calle y de inmediato apareció una cámara de Televisa a entrevistarlos. No, ni se notó que estaba arreglado... Aunque no sé si transmitieron algo, me imagino el tenor: son unos intolerantes, unos fanáticos, no aceptan nada... Desde luego, ni hablar de que entrevisten a alguien que diga algo distinto. El libreto ya está escrito y no hay que salirse de él.
Dentro de mis reflexiones domésticas está la del nuevo respeto que he adquirido hacia las mujeres de las comunidades rurales y urbanas carentes de servicios. Nosotras tenemos todo más o menos cerca. Para el agua potable hay que caminar una larga cuadra con la cubeta y es todo un esfuerzo. ¿Cómo le hacen ellas?. Ahora se me hace incluso más necesaria la lucha por un México más equitativo. ¡Cómo me gustaría ver a Elba, Marta y Chepinita, mis némesis, en nuestro lugar, a ver si de verdad son tan picudas! No creo que aguantaran ni diez minutos. Sólo por eso vamos a ganarles, porque tenemos un infinito poder de resistencia del que todos ellos carecen. Por eso claman por medidas de fuerza, para que se resuelva ¡ya! el conflicto que echaron a andar y que no saben cómo parar.
Y para ustedes, una pequeña muestra de lo que expone el Faro de Oriente:
Uno de los que sí se atrevió
1 comment:
Lo siguiente lo leí en el periódico Milenio. Lo escribió Álvaro Cueva.
"Hace unos cuantos días tuve que ir cerca de las calles bloqueadas, aproveché para darme una vuelta a los campamentos de los manifestantes y me sorprendí.
No son guerrilleros, entidades despreciables, criaturas malignas ni nada de lo que yo, alimentado por la televisión, pensaba.
Son personas de una entereza admirable, dignas, pacíficas, que luchan por un ideal y que se la están pasando muy mal por apoyar a El Peje, pero que aún así están decididas a llegar hasta las últimas consecuencias por defenderlo.
Con todo y los olores y la pésima calidad de vida de quienes ahora están viviendo en esas calles, encontré una gran belleza en esos campamentos.
El contraste entre los edificios, los monumentos y las tiendas de campaña y la gente produce imágenes que alguien debería estar recogiendo para la posteridad.
Son imágenes llenas de energía y de simbolismo, son una representación perfecta de lo que esos cientos de hombres y mujeres están pensando y sintiendo".
Es lo que retrata tu blog.
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