Lunes de volanteo

Desde temprano llegamos al edificio central de TELMEX en la Avenida Parque Vía. Como todos los lunes, sale un policía para decir que no podemos estar en la banqueta y, como todos los lunes, le decimos que la banqueta es de todos, aunque el resto de México sea territorio de Slim. Insiste dos o tres veces y, salvadas las apariencias, se retira.

Son pocas las gentes que rechazan el volante en el que señalamos las consecuencias de la llegada de Calderón al poder: reforma laboral, reforma impositiva, privatizaciones... Hasta el personal de confianza, que generalmente simpatiza con el panismo se acerca a pedir información. También ellos se encuentran en una situación incierta.

Luego vamos a donde se reunen los jubilados para cobrar su salario. Salen a relucir viejas amistades y viejas enemistades. Una compañera mía, que siempre se las dió de aristócrata, dice que la suerte del IMSS la tiene sin cuidado porque ella gana lo suficiente para pagarse un buen seguro de gastos médicos mayores. Cuando le preguntó si ya leyó la letra pequeña, esa que invalida todo lo demás y que deja a la gente sin cuidados cuando se les agota la cobertura, por lo que siempre acaban recalando en el IMSS se pone a gesticular enfurecida, a recordar todas las cosas en las que siempre estuvimos en desacuerdo y se va a cobrar muy enojada.

Son varios los jubilados y jubiladas que llegan con cara de limón amargo. No parecen haber encontrado el secreto de una vida tranquila. Siempre se están quejando de la falta de dinero, del descuido de los hijos, del desamor de los nietos...Si fueran mis parientes, yo también les sacaría la vuelta. Otros, por el contrario, comentan de sus clases de baile de salón, de sus paseos, de los logros de sus familiares y amigos. Una vez más se muestra que es cierto que hay tan sólo los que odian y destruyen y los que aman y construyen..

Después nos vamos al local sindical. Se celebra una Asamblea Nacional de Secretarios Generales y Delegadas de Tráfico (Operadoras) para presentar los avances de la negociación que se ha venido teniendo con la Empresa. Nuestro líder se lanza una larguísima perorata, que ya le conocemos desde hace varios años, en la que justifica los pocos logros alcanzados porque se ha abierto el sector a la competencia, porque existen muchas empresas subcontratistas que pagan menores salarios, porque el gobierno no quiere a los trabajadores. Quejas y quejas, como las de los jubilados, y yo me pregunto: ¿qué hemos hecho ante todo ésto, aparte de quejarnos?. Ya hacia el final, sin embargo, añade el tema del recuento de votos y nada más le falta ponerse a corear "Voto por voto, casilla por casilla". Sin certidumbre electoral no puede haber legitimidad política, concluye. Raro, pero estamos de acuerdo, aunque sea por una vez.

La Asamblea es larguísima. Dan lectura a cada cláusula y la explican en detalle. Aún así, quedan dudas acerca de las sustituciones a categoría superior, reubicaciones voluntarias, transformación de la materia de trabajo. Es una Asamblea desangelada, sin mucha participación. Este Sindicato ya huele como a encerrado. No cambia desde hace décadas, cuando dejó de entrar sangre joven. Todos y todas nos conocemos demasiado como para esperar sorpresas. Cada Asamblea es como una obra de teatro que se ha representado en demasiadas ocasiones.

Cuando repartimos el volante, sin embargo, nos llevamos sorpresas. Compañeras con las que siempre discrepamos en el terreno sindical son acendradas defensoras del voto y una de ellas, de Sonora, hasta fue candidata a diputada local del PRD y obtuvo veinte mil votos, en una zona donde el máximo había sido de tres mil. Las invitamos a visitarnos pero mucha se regresan esa misma noche o temprano al día siguiente.

Vamos a comer ya bien entrada la tarde y, como era de esperarse, cae un aguacero. Pero estamos contentas, el día ha sido bueno.