Paseando

Fuimos temprano al Zócalo para alcanzar buen lugar. Las carpas para los foráneos ocupan ya toda la plancha y como siguen llegando contingentes han enviado a algunos, procedentes de Sinaloa y de Veracruz, a reforzar los campamentos de Reforma. Abundan los personajes originales, como un vikingo renegado. Si Fox pensaba en ofendernos, se equivocó. Cada cosa que declara se convierte en motivo de cotorreo, de burla. Creo que es el presidente menos respetado desde la época de Pascual Ortiz Rubio a quien llamaban El Nopalito por baboso.

Llega más y más y más gente a escuchar el mensaje del Peje, pero el gobierno federal sigue encerrado en su mundo de fantasía: ve decena donde hay miles y millares donde hay millones. La resolución del Trife enrrabió más a un pueblo que se siente ofendido, engañado. El acto tarda en comenzar y, a diferencia de las demás Asambleas, ahora tres oradores preceden el mensaje de AMLO. Convergencia, el PT y el PRD reiteran que siguen unidos en la lucha, que no romperán el frente y que no aceptarán reuniones en lo oscurito ni mucho menos participar en un gobierno espurio.

AMLO convoca a la resistencia porque no podemos aceptar un diezmo de democracia cuando exigimos democracia al cien por ciento. Como siempre, su mensaje electriza, levanta el ánimo, infunde valor y nos pone de cara a nuestra propia historia, reivindicando el papel que el pueblo mexicano, la gente sencilla, siempre ha sabido jugar. Después veremos una manta que afirma que la historia es nuestra y la hacemos los pueblos. La lección ha calado hondo. Hace muchas décadas, probablemente desde Lázaro Cárdenas, que el pueblo no se sentía actor principal. Y este movimiento es fundamentalmente popular. Hay menos universitarios y clase medieros que en 1988 pero su lugar ha sido ocupado por trabajadores formales e informales.

El Peje también denuncia el fuerte componente racista en el discurso del PAN, que nos tacha de indios, de nacos, como si ellos fueran de sangre azul y que está polarizando cada vez más a México. Nos pide que lo acompañemos mañana al Trife, a las siete de la noche.

Regresamos caminando desde el Zócalo hasta nuestro campamento, que está cerca de la Diana, como a unos seis kilómetros de distancia. En el tramo de Madero hay un montón de carpas con diferentes actividades: videos, conferencias, música, dibujo, ajedrez. Hay multitud de pancartas con quejas, propuestas, mentadas al IFE, FeCal y Fox. Es como si le hubieran quitado la mordaza a nuestro pueblo y todo mundo tuviera ansia de expresarse. Hasta una máscara de la película Scream sirve.

Frente a Bellas Artes hay pequeñas casas de polietileno, de múltiples colores, y en la entrada de cada una dice: "Familia López", "Clavellinas # 22", etc. Parecen de juguete y no tienen carpa encima. La verdad, si con las tiendas de campaña es difícil aguantar la lluvia y el frío, ¿cómo lo harán quienes allí se han establecido? Me encuentro a una compañera que estuvo conmigo en la toma de Banamex y la retrato con sus cuatro nietos. Dice el PAN que los hemos traído a los campamentos contra su voluntad, para explotarlos, "para obligarlos a cargar las pancartas". Contradictoriamente, critica que se hayan colocado juegos infantiles y muchas diversiones para tenerlos entretenidos, como si la permanencia en el plantón debiese ser motivo de pesadumbre y tristeza.

En Avenida Juárez hay multitud de espectáculos musicales y una que otra carpa con figuras grotescas. Todo sirve para ridiculizar a un usurpador.

Los autos sí pueden cruzar por Bucareli, y algunos aprovechan para mentarnos la madre con el claxon. Pero la gente de la Benito Juárez ha convertido en diversión el enfrentamiento cotidiano, a través de ese mexícanisimo juego en el que yo te provoco, tú me la mientas y ambos nos reímos de nuestras maldades. Hay un señor que ya tiene una tonadita especial para gritar el "Voto por voto", medio arrastrando las palabras. Su porra le responde "Casilla por casilla" con el mismo sonsonete, mientras agitan banderas del PRD, pancartas contra Fraugalde y FeCal, caricaturas, etc. Algunos automovilistas no pueden resistir y tocan las cinco notas tan conocidas, mientras la porra redobla el entusiasmo y grita más fuerte. Y así se pasan horas, inventando lemas como "La Silla no es azul, la Silla es amarilla".

El campamento de la Benito Juárez, delegación panista por excelencia, ha recibido refuerzos de delegaciones foráneas que ya no caben en el Zócalo, y hasta una agrupación de militares retirados que lleva el honroso nombre del General Francisco J. Múgica se ha instalado ahí.

A partir de la Glorieta de Colón empiezan los espectáculos musicales de todo tipo: rock, jazz, trova, conciertos de guitarra clásica, Gabino Palomares, Salario Mínimo...Todos quieren cooperar con este movimiento que cada vez se parece más al de 1968, que empezó con un pequeño grupo de estudiantes y que creció hasta convertirse en un movimiento popular que transformó la vida política de nuestro país. De hecho, como ocurre con todos los movimientos y revoluciones, éste ha tomado prestado mucho material del movimiento de 1968, como la música. También la música que acompañó a Allende en Chile se ha popularizado. Llegará el momento en que este movimiento tenga sus expresiones propias. Por lo pronto, el CD de La Paloma se vende en cada esquina, con el sound track de nuestra lucha: El color esperanza, de Diego Torres, La Paloma en vivo, con Eugenia León y hasta los Tamales Fraudulentos, una sátira del proceso electoral basada en el conocido anuncio de los tamales oaxaqueños que se suele escuchar por las noches en todas las colonias de la ciudad.

Hemos cumplido la primera semana de resistencia y cada vez se ven más carpas, mejor organizadas. Se han establecido lineamientos mínimos de convivencia común, como la solicitud de que se baje el sonido de teles y bocinas después de las once de la noche, pues hay gente que se levanta temprano a trabajar. Hasta nosotros hemos redactado un reglamento mínimo de operación.
Llega una compañera telefonista muy enojada, porque desayunó con otras que le aseguraron que a ellas les consta que nos pagan por estar ahí. Cuando les preguntó cómo les consta, si ellas vieron gente repartiendo dinero, o una pagaduría o cualquier otro indicio le contestaron que ni siquiera se han acercado, porque somos peligrosos, amenazantes, criminales, pero han oído que eso se dice. Esa gente siempre tendrá materia FeCal en la cabeza. No pueden entender que estemos acá por convicción y gusto y que hasta estemos pagando la estancia de nuestro bolsillo. Para ellos, que consideran que todo tiene un precio, no pueden entender que algo tenga un valor superior al del dinero. Como dice el anuncio de una tarjeta: esta experiencia es inapreciable, es decir no tiene precio.

Me imagino que por eso la derecha está enloquecida, lanzando anuncios contra Encinas que se niega a reprimirnos. Deben sentirse exactamente igual a la aristocracia porfiriana cuando Zapata y Villa entraron a la ciudad de México, ocuparon el Paseo de la Reforma y hasta desayunaron en Sanborn's. ¡Cómo se atreve el peladaje a abandonar la periferia de la ciudad para venir a ocupar su corazón! Mientras el pueblo se mantuviera en su lugar, es decir, allá lejos, y sólo se les viera en su función subordinada como meseros, taxistas, empleados, vendedores y demás las cosas estaban bien. Pero están desmadradas, se han salido de su cauce normal y el mundo está de cabeza. Los eternos subordinados ahora se atreven a poner reglas, a resistir, a exigir.

Además, a un mediocre grisáceo como FeCal debe calarle hondo esta coincidencia recíproca entre el líder y el pueblo. Ambos nos tenemos confianza, ambos nos exigimos cumplir los compromisos, ambos nos admiramos y nos tenemos un profundo amor. Ellos lo consideran como una muestra del culto a la personalidad. Pero para que éste funcione debe existir una relación de dependencia, de subordinación y aquí es más bien de equidad. El Peje es un símbolo de nuestra capacidad de encontrar mejores soluciones para este país. Y, además, no le falta valor ni determinación. Y esta es una cualidad muy admirada en México.