Boda en Reforma
Hoy se presentó en el campamento una chica de la agencia Cuartoscuro. Tenía el encargo de hacer un ensayo fotográfico sobre el levantamiento del plantón. Le dijimos que buscara en otro lado, porque ni nosotros ni nuestros vecinos parecemos estar muy dispuestos a irnos. Fuimos de los primeros, queremos ser de los últimos. Yo tuve que caminar un buen trecho para encontrar en grupo que ya estaba levantándose. Los demás hemos decidido esperar hasta la madrugada del 16. No vaya a ser que por ansiosos otros nos madruguen...
Don Flavio, nuestro vecino del Comité Distrital de la Miguel Hidalgo, que ha participado en las luchas por la democracia desde Henríquez Guzmán, si no es que desde antes, y que tiene una plática sabrosa y entretenida, vino a invitarnos a una boda. No todos los días podemos celebrar en pleno Paseo de la Reforma. El dice que el mundo anda de cabeza, porque ahora los ricos tienen que viajar en metro y los pobres viven en la Reforma.
Más vale que se vayan acostumbrando, al igual que los consejeros electorales, los magistrados del TEPJF, los Prianales,
Me acordé de Teresa Bengolea, una compañera argentina que llegó de refugiada política en los años de la guerra sucia. Por ella supe del tango de Enrique Santos Discépolo que se llama Cambalache
Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro afana en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un calefón.
Siglo veinte, cambalache, problemático y febril,
el que no llora no mama y el que no afana es un gil.
¡Dale nomás, dale que va,
que allá en el horno te vamo a encontrar!
¡No pienses más, tirate a un lao,
que a nadie importa si naciste honrao!
Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey
que el que vive de las minas,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.
Cada vez que la gente veía a los militares se ponía a cantarlo, especialmente cuando se hablaba de inmorales, traidores, estafadores, burros. Entonces los milicos prohibieron que se cantara, pero la gente igual se los chiflaba, porque todos sabían de qué se trataba. Así que prohibieron la tonada, y tener el disco de Gardel en casa pasó a ser tan peligroso como tener fusiles o pistolas. Pero ni así pudieron impedir que la gente lo pensara. Y ellos sabían que la gente lo hacía, pero no podían impedirlo. Supongo que es esa la revolución moral a la que se refiere el Peje, ese quitarnos las telarañas de la cabeza y darnos cuenta que la dominación empieza en nosotros mismos, como en nosotros mismos empieza la libertad.
No hay boda sin baile y sin relajo, así que tuvimos ambos: desde el lanzamiento del ramo y la liga hasta la apertura de la pista y la cabañita del amor. En la banqueta había un montón de curiosos: desde los que arrugaban la nariz con asco, pero no se movían de ahí hasta los que aplaudían con entusiasmo y coreaban las consignas cada que los reporteros intentaban transmitir la nota. Creo que al único que le dieron chance fue al de Radio Trece, y porque estaba más o menos aceptable, así que las compas se lo estuvieron cabuleando un buen rato. Y como aguantó vara, le dieron chance de entrevistar a los casados.
Estuvimos muy contentos hasta que al DJ se le ocurrió poner Las Golondrinas. Todos exigimos que las quitara, pues no ha llegado aún el momento de cantarlas.
1 comment:
Me pareció encantadora la idea de un matrimonio en medio de los campamentos. Muchas felicidades a los compañeros. Comienza una etapa muy difícil para el país, que va a poner a prueba nuestra capacidad de resistencia... ¡Y el matrimonio se trata de lo mismo: resistir!
Post a Comment