Los tiempos son oscuros, las costumbres corruptas y hasta el derecho a la crítica, cuando no lo ahogan medidas de censura, está expuesto al furor popular.
UMBERTO ECO

2008/09/03

¿Cadáver?...El de Juárez

El dicho popular afirma que el único cadáver digno de tal nombre es el de Juárez, los demás son pinches muertos.

Tal enunciado nos queda más que claro ahora que hemos visto la diferencia entre el trato que se le da a la encopetada Doña Sociedad Civil decente y perfumadita, que cuando marcha no provoca "caos vial", sino "leves inconvenientes" y, en consecuencia, no se hace acreedora a la condena social que levantan las huestes pejistas; que amerita una amplísima, multiplicada, incesante cobertura de todos los medios masivos que obvian los evidentes huecos en la plancha del Zócalo y que nos anuncian los desmayos sufridos por quienes no están acostumbrados a caminar cuatro kilómetros con el mismo tono de admiración que provocan las y los corredores de la Maratón olímpica mientras que los marchistas que vienen desde Coahuila, Oaxaca o Guerrero a exigir justicia son más que invisibles.

Obviamente me provoca gran pesar la muerte del niño Martí, como también me duelen muchos otros muertos de los que ni se habla porque no tienen la misma alcurnia. Pero no me extraña. Finalmente, es cuestión de clases sociales. Acá los dueños del país, que se montan en el descontento que ellos mismos han ayudado a profundizar para deshacerse de "estorbos" como Marcelo Ebrard, allá, lejos, ignorado, sobajado, ofendido, Juan Pueblo, que se merece mil muertes por su terquedad.

Hay que escuchar, por ejemplo, la repetición incesante en la W de la "denuncia ciudadana" de una señora que afirma que pagó rescate por su hijo en plena marcha contra la inseguridad y que, cuando fue invitada a denunciar ante el Ministerio Público dijo algo así como "¿Para qué?" y se rehusó, quizá porque a esas alturas ya se había enterado que la declaraciòn en falso se castiga con penas que van de los dos a los seis años de prisión.

Sus "defensores", esos histéricos ciudadanos que quieren solucionar todos los males del país con el establecimiento de la pena de muerte, condonaron su conducta y se lanzaron al ataque rabioso contra Marcelo Ebrard, quien osó señalar que la única manera de impedir que el delito quedara impune era denunciándolo. Según ellos, esa era muestra de su "insensibilidad", que debiera ser castigada con la remoción inmediata.

Doble rasero, que ni qué... Basta ver los 112 años de condena que le han aplicado hasta el momento a Ignacio del Valle, por andar defendiendo sus tierras; mientras el Góber Precioso Mario Marín, que secuestró a Lydia Cacho, no sólo se pasea en la impunidad sino que hasta aparece en Palacio signando el Pacto contra la inseguridad,

¿ Y así quieren que alguien crea que ese almodrote es algo más que pura faramalla para preparar una nueva guerra de terror contra la izquierda con vistas a las elecciones de 2009?

Al ratito no faltará quien pida ¡ya! el establecimiento del estado de sitio, la implantaciòn de la versión plus del Acta Patriota y los juicios sumarios, con todo y pelotón de fusilamiento, en contra de quienes osen poner en duda las buenas intenciones de la derecha que nos gobierna.

¡Qué Franco ni qué Pinochet! ¡Qué Victoriano Huerta ni qué nada! Para chaparros represores, borrachos y rencorosos no tenemos que ir demasiado lejos, por desgracia.

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