De una militante PRD
Recibí la siguiente carta, y como su contenido toca uno de los problemas centrales que en este momento enfrentamos, decidí compartirla y hacer algunos comentarios:
Hola!!
Antes que nada disculpa por meteme en tu correo pero quise escribirte por el blog y que pena no pude, pero lo que te quiero decir es porque me parece muy interesante toda la informacion que publicas, y yo te quiero comentar algo como perredista que soy desde hace ya mas de diez años.
Yo soy del Edo.Méx. y mi trayectoria en mi municipio no es muy notable ( aunk soy representante ante el IFE por el Dtto. 38), porque los dirigentes que tenemos aquí son autoritarios, intolerantes, nefastos y en gran parte del Gran Fraude Electoral que se cometio, es por errores de nosotros mismos como perredistas, ya que el candidato que tenemos es el mejor que existe, pero muchos dirigentes no ayudan, yo trabaje en el CEM de mi Municipio y cada presidente que ha pasado por ahi cada vez es peor, he sido participe de varias elecciones desde mis 14 años, y el error sigue siendo el mismo los representantes que escogemos para las casillas, ya que la gran mayoria son personas que les anota para esta funcion y muchos ni convicción tienen, ni saben quien los propuso y cuando se les llama a los cursos de capacitación no asisten y claro el día de la Jornada Electoral no saben como actuar, ni como presentar un escrito de incidentes, ni si anular esa casilla o no???, en fin los errores son grandes y parece que nadie se da cuenta de ello, y cuando uno pude hablar y expresarse lo limitan te callan y te bloquean, por que segun ellos uno es el que no sabe. En fin errores como estos nos costo una elección Historica, pero porque te comento esto, pues porque uno va perdiendo credibilidad en su partido, yo por ejemplo hasta traidora resulte solo porque no comparto sus ideas y no por intolerante sino porque deben darse cuenta de que la imposicion no es buena como sucede en mi Municipio o como llaman algunos el cacicasgo que existe, sobre los Martines Miranda, los Duarte Olivares y los De la Vega Membrillo.
Exiten movilizaciones como marchas, caravanas, el apoyo en el D.F. en el que asistimos o bien ahora el planton que existe ya desde hace varios días en el IFE, pero no te dan información, no te invitan, como quieren que participemos si ellos mismos nos limitan, una vez escribi esto a mi partido ni caso hicieron, tal parece que no quieren escuchar los errores que tenemos, ni el Nacional, ni el Estatal y mucho menos el Comité Municipal, como pueden hablar de fraude cuando nosotros mismos como perredistas los llegamos a cometer al interior de nuestro partido, como en las últimas elecciones comprando el voto, acarreando gente, invitando a los priistas para apoyar a un candidato perredista, y todo por no dejar llegar al mejor si no a la imposición.
En fin mi enojo es grande pero tengo convicción soy perredista y amo a mi partido, quisiera comentarte mas cosas y muchas anomalias, pero no tendria caso en fin felicidades por esta pagina y por el entusiasmo a defender una elección Historica, porque lo que necesitamos son personas así luchadoras para hacer valer nuestra voz.
Pero por la victoria hasta el final, DEMOCRACIA YA, PATRIA PARA TODOS
Antes de entrar en materia quiero aclarar que, aunque participé en la fundación del PRD, muchas de las actitudes reseñadas en la anterior carta me alejaron de una participación directa en la vida partidaria. De hecho, siempre he pensado que para criticar hay que estar directamente involucrada pero creo que en este caso vale la pena responder a algunos de los cuestionamientos.
En primer lugar, estoy convencida que estamos ante un movimiento popular que rebasa, con mucho, la estructura del PRD. Nuestro Comité, por poner un ejemplo, está conformado con gran diversidad interna. Hay creyentes y ateas, nacionalistas, ex-militantes de diversos grupos de izquierda y gente resueltamente a-partidista. Algunas están por simpatía con AMLO, al que consideran la mejor opción. Otras, por la férrea convicción de que si la derecha se impone, viviremos siete décadas de autoritarismo, miseria y oportunidades perdidas. Algunas, por amistad y solidaridad con los demás integrantes del grupo. (Nota, como corresponsal de la BVC hago uso del femenino, aunque me refiero tanto a compañeras cuanto a compañeros. Ni modo, en este caso les tocó a los hombres ser los invisibles)
Tenemos unas cuantas reglas muy sencillas. La primera, que se hacen propuestas de actividades, documentos, etc. y que se aceptan los límites que cada quien se auto-impone. Dicho en otras palabras, se admite lo que cada quien quiere aportar en tiempo, dinero, materiales o participación. Otra regla, bastante sencilla, es que cada quien es responsable de sus propuestas. Si alguien quiere realizar un acto, le toca organizarlo, ocuparse de los detalles, conseguir la ayuda. Otra regla es que se predica con el ejemplo. Dicho en otras palabras, no se les pide a los demás que hagan lo que una misma no está dispuesta a hacer, desde ir a volantear hasta estar de plantón horas o días, por poner algunos ejemplos.
En conclusión, tenemos una estructura horizontal, de red, en donde cada una de nosotras está en contacto con sus amigas o compañeras más cercanas y con ellas se va organizando y actúa. No es una red jerárquica, y la autoridad se gana con propuestas, con ideas pero, por encima de todo, con trabajo, con llana, simple y humilde talacha. No tenemos mucha tolerancia para las ideas rimbombantes que no se traducen en compromisos de acción.
Esta estructura informal funciona muy bien para lo que estamos haciendo, es decir, transmitir información, ponernos de acuerdo para ir juntas a las marchas, conseguir recursos para mandar a hacer las mantas, publicar algunos volantes o apoyar a la gente que viene del resto del país. No sirve, desde luego, para tareas más grandes como la de tomar el poder. Para eso se requiere un aparato, una estructura más o menos sólida que pueda funcionar independientemente de los individuos que están dentro de ella.
Sé que me van a llamar sacrílega, pero el PRI es, hoy por hoy, el mejor ejemplo de tal estructura. No en balde se tardaron setenta años en ponerla a punto y aunque ya hay quien le otorga el certificado de defunción, si ustedes se van a nivel de las rancherías más lejanas, de los pueblos más pequeños, de los mercados populares, se encontrarán con que la estructura sigue funcionando. Es verdad que han habido defecciones de alto nivel, hacia la izquierda y hacia la derecha, pero creo que todos conocemos gente que se mantiene por convicción, porque su comité de colonia o de barrio les funciona, porque les ha permitido obtener ciertas concesiones por parte de la Federación o de los gobiernos estatales o municipales, como agua, alcantarillado, pavimentación, etc. De hecho, fue el único partido que tuvo representantes en nueve de cada diez casillas.
Me anticipo a la crítica: "Si estaban tan consolidados, ¿por qué cayeron al tercer lugar?". Porque la política, finalmente, la hacemos las personas, y tenemos simpatías y antipatías. Y en este caso se conjugó un candidato atrayente, carismático y con un programa alternativo de Nación que pone por delante a los pobres con un candidato antipático, chocante y que nos ofrece más de lo mismo. Pero incluso con un candidato tan catastrófico obtuvieron más de nueve millones de votos. No olvidemos que no son pocos votos. Son los suficientes como para convertirse en el partido que puede inclinar las votaciones hacia uno u otro lado en el H. Congreso de la Unión.
No sé si recuerdan el cuento de la Bella Durmiente. Cuando nació, cada una de las hadas le dió un don, pero en exceso esos dones podían convertirse en su opuesto. Al PRD le pasó lo mismo. Nació de la conjunción de multitud de corrientes y movimientos. Contra el verticalismo priísta, contra la tentación estalinista de inflingirnos el pensamiento único se impuso la idea de una partido plural, incluyente, en el que todas las corrientes de pensamiento y de acción estuviesen representadas. Es un don bueno, pero en exceso conduce a la cacofonía. Nadie se siente comprometido con El Partido, así en mayúscula, sino con SU partido, es decir, con el grupito que a sus ojos lo representa. Y así, tenemos el fenómeno de las tribus, más leales a sí mismas que a la organización en general.
Además, esta pugna entre tribus representó el fracaso de la estrategia de largo plazo. La visión partidaria dependía más de quién ocupaba los espacios que de una discusión de fondo. Y como enunció Robert Michels cuando escribió acerca del Partido Socialdemócrata Alemán, existe lo que él llamó ley de hierro de la oligarquía, i.e., la tendencia de los dirigentes de las organizaciones complejas para interesarse más por el desarrollo de la organización misma que por los fines que dicen perseguir.
Dicho más en sencillo: les importa más el grupo por el grupo mismo que la meta que dicen querer alcanzar.Y así, hemos visto verdaderos actos de canibalismo político al son de "si no soy yo, que no sea nadie".
Y como no existe un solo político sin interés protagónico --si así fuera, todos estaríamos en nuestras casas cultivando nuestro jardín, el físico y el metafórico--, a veces nos gana la vedette que todos llevamos dentro, que ansía tener el reflector, ser carne de presídium o, como se dice en mi pueblo, ajonjolí de todos los moles. Simplemente, preferimos olvidarnos de un principio sencillo que debe regir nuestra actividad:"No importa quién haga las cosas, lo que importa es que las cosas se hagan". Principio sencillo pero de muy difícil realización, porque se necesita mucha grandeza de alma para renunciar al reconocimiento, especialmente cuando por nuestras acciones nos lo merecemos. De hecho, en mi vida he conocido poquísimas personas con esa grandeza de alma. (Gracias, Rosa Esther).
Te molesta la existencia de cacicazgos. Te recordaré lo que les dijo Adolfo López Mateos a los potosinos cuando fueron a quejarse de Gonzalo N. Santos, el famoso "Alazán Tostado": "Los caciques duran hasta que los pueblos quieren". ¿Quieres acabar con el monopolio político de las familias que mencionas y que se reparten los huesos y las prebendas año tras año?. Primero, debes preguntarte qué te motiva. ¿Es un simple "quítate tú para ponerme yo", repitiendo los mismos vicios, los mismos defectos? ¿O de verdad quieres que las cosas cambien, que funcionen correctamente?
En tu carta se deja ver que lo que te motiva es el deseo de que las cosas salgan bien, que el partido funcione como debe ser, que crezca, que se haga más fuerte, que cobre presencia. Quisiera darte una solución sencilla, pero no existe. Tienes que organizar a la gente que piensa como tú, que está inconforme con lo que sucede, formando un grupito de discusión, análisis, propuesta y acción. Tienes que extender y consolidar a tu grupo. Y como he repetido en varias ocasiones, dos ya es grupo, tres, multitud. Tienes que hacer mucho, mucho, mucho trabajo con los vecinos de tu cuadra, de tu colonia, de tu localidad, para que cada vez que se necesite respondan de inmediato, ya sea para defender su voto, para cuidar casillas, para marchar, para manifestarse, para hacerse ver y oír. Si no te invitan a las marchas, invítate sola. Trae a tu familia, a tus vecinos. No te esperes a que te manden invitación para todo lo que se puede hacer. Busca la información y aprovecha para organizar un poco más de gente, de manera más consistente.
Que cuando lo hagas te van a acusar de mil cosas: de renegada, de traidora, de resentida, de ambiciosa. Cierto. Pero los insultos no matan, cuando mucho, atarantan. Y eso, si los dejas...Que te puede hasta costar la expulsión de sus filas, el rechazo, el ostracismo, la soledad...Si no estás dispuesta a todo eso por defender algo en lo que crees ardientemente, tal vez tu objetivo no vale la pena.
Y ya para acabar dices "nos ha costado una elección histórica" y te contesto que la moneda aún está en al aire. Pero, además, debe quedarnos claro que nuestros verdaderos triunfos se dan a nivel de una conciencia y una organización creciente de las masas de trabajadores que todavía ayer se creían todo lo que Televisa y TV Azteca les recetaban.
Por eso coincido con AMLO cuando dice que la lucha va más allá de la Presidencia, que es una lucha que no acaba en Palacio Nacional o Los Pinos sino es una lucha por crear una Nación y un pueblo diferentes, más libres, más racionales, más alegres y jubilosos, sanos, educados y con buenos empleos.
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