Los tiempos son oscuros, las costumbres corruptas y hasta el derecho a la crítica, cuando no lo ahogan medidas de censura, está expuesto al furor popular.
UMBERTO ECO

2006/07/11

Derrota Nacional

Nuestro primer corresponsal foráneo, Mr The Beam, nos envía un vínculo a la página del blog Derrota Nacional, en donde encontrarán un concienzudo y detallado análisis del desigual enfrentamiento entre AMLO y la ultraderecha encarnada en el Yunque. Para llegar a él sólo tienen que hacer click en el título de la presente nota.

A continuación, un párrafo:

08 julio, 2006

Derrota Nacional

¿Qué es un 0.58%, una diferencia de casi medio punto porcentual?

Es lo que marca la diferencia entre lo que pudo haber sido, y lo que eventualmente será.

Contrariamente a lo que muchos suponen, el 2 de julio del 2006, no ganó Felipe Calderón.

Tampoco ganó el Partido Acción Nacional.

El gran ganador de la contienda presidencial fue la extrema derecha de México. El gran ganador fue la Organización Nacional del Yunque.

El gran perdedor fue México, que posiblemente ya no volverá a tener una oportunidad como la que se le presentó para desprenderse para siempre de las influencias nocivas de una agrupación fanática enquistándose cada vez con mayor fuerza en los estratos superiores del poder.

La elección presidencial del 2006 nunca fue una lucha entre Andrés Manuel López Obrador y el candidato panista. Fue una lucha bastante desigual entre López Obrador y el Yunque, en cierto modo heroica, una lucha que por una insignificancia de votos casi perdía la extrema derecha. Pero el peligro para ellos ya pasó.

Le comentaba a Mr. The Beam que en lo que tengo diferencias es en la idea de que "el peligro para ellos ya pasó". El recule de George W. Bush muestra que ni siquiera sus grandes patrocinadores están completamente seguros de que hayan sabido realizar el fraude correctamente.

Hay una frase del habla popular que dice: "Engáñame, pero no me hagas pendejo". El engaño requiere sutileza, finura, habilidad...ninguna de las cuales estuvo presente en el fraude, cuya operación se va desmoronando ante el cúmulo de pruebas que llegan de todos los rincones de la república.

Existen varias diferencias entre 1988 y ahora:
  • Existe un liderazgo y una dirección que faltó en Cuauhtémoc Cárdenas.
  • Las nuevas tecnologías han democratizado el flujo de la información. Ahora cualquiera puede aportar pruebas, mediante videos, fotos digitales, grabaciones, y puede exponerlas al mundo entero a través del Internet.
  • La gente ha sufrido los agravios de gobiernos neoliberales que han empeorado su situación. Como me dijo una señora en el Zócalo: "De morirme en el cruce del desierto de Arizona a morirme aquí defendiendo lo mío....Me quedo y a ver de a cómo nos toca."
  • Existe ya la comprobación de que se puede gobernar de otra manera. Ya no son ideas, propuestas, debieras, hubieras. Son realidades constatables, como la Universidad y las nueve Preparatorias de la Ciudad de México, la pensión universal a los adultos mayores y cien etcéteras más. Precisamente ese es el gran temor de la derecha: el contagio.
Cierto, no es ni será tarea fácil. Ya algunos empiezan a hablar de una confrontación semejante a las de los Liberales y los Conservadores del siglo XIX, que culminó en las Guerras de Reforma. Le piden a AMLO cordura y serenidad, pero omiten la virulencia de una derecha nociva que controla los medios, el aparato del poder federal, varias gubernaturas, los tribunales, la Suprema Corte de Justicia, de claro tinte conservador y que, desde luego, cuenta con el apoyo de una iglesia cada vez más beligerante y reaccionaria, muy, muy lejana de aquella Teología de la Liberación que, como AMLO, ponía primero a los pobres.

El cambio no es un proceso mágico. Ni nos vamos a acostar Liberales y a despertar Conservadores ni viceversa. Será un largo, tenaz, arduo, difícil trabajo de organización y consolidación de fuerzas. El llamado de AMLO en el Zócalo el 8 de julio pedía que en todos lados formáramos Comités de Defensa del Voto. A lo mejor estará integrado por algunos de nuestros familiares y nuestros cuates más cercanos, a lo mejor abarca una cuadra, una colonia, un centro de trabajo. Lo importante es contar con vínculos que permitan difundir la información y movilizarnos con la misma rapidez y contundencia con la que llenamos el Zócalo este 8 de julio.
Apoyar al Peje, resistir a la derecha: esa es la palabra de orden en estos momentos.

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