Cosas de dentistas
Ayer no fuí al campamento porque amanecí con una fisura en un diente.
--Es el estrés, dijo mi dentista.
Y eso que uso la guarda todas las noches, y que no llevo el peso de la responsabilidad de un movimiento sobre mis hombros. Cuando veo las fotos del Peje en las Asambleas nocturnas: sereno, algo serio, muy calmado, me imagino que practica yoga o algo así. A lo mejor la lectura de Juárez, al que cita frecuentemente, le proporciona la distancia necesaria para ver las cosas tal como son. Todo ésto también pasará, dicen que decía el sabio Salomón.
Mi dentista es odontóloga y está casada con un cirujano máxilo-facial, de esos que sin gran alharaca han ayudado a miles de personas con paladar hendido, una de las enfermedades provocadas por la pobreza. Además de atender su consultorio viaja diario hasta los confines del Estado de México, para operar y atender a los enfermos. Me platica del Seguro Popular, ese otro gran fraude perpetrado por Fox. Con grandes sacrificios la población marginada paga la prima, confiada en que se le proporcionará todo tipo de atención medica y medicinas para encontrarse con la sorpresa --y la desilusión-- de que simplemente no es cierto y tienen que hacer gastos adicionales.
Para el personal de los hospitales de la Secretaría de Salud este Seguro Popular ha representando más papeleo, más burocracia, menos eficiencia.
--Como todo lo que hace este gobierno, le comento.
Él es uno de los afectados por el plantón, que le corta por mitad los traslados. Y sin embargo, simpatiza, porque él sí conoce el grado de miseria y desamparo en que se encuentra una parte considerable de los mexicanos. Aunque su consultorio se encuentra en Polanco, no piensa como la mayoría de los vecinos, tan afectos al PAN. Como hacen muchos médicos, lo que gana aquí le sirve para ayudar a sus enfermos pobres, a los que subsidia de muchas maneras, con atención, con material, con medicinas.
Algunas veces me ha platicado lo que significa lidiar con una superioridad obtusa, que le pone obstáculos para todo. Y a pesar de los problemas, persiste. ¿Cuánta gente le deberá su recuperación?
--No llevo la cuenta, me responde. Ayudo a los más que puedo.
Su esposa, mi dentista, es igualmente generosa. Siempre está sonriente y tiene un toque suave, que se agradece. Me pone una de esas resinas novedosas, que se curan casi instantáneamente con una especie de lamparita que emite una luz especial y ultrasonido. Quedo mejor que antes, con un diente más fuerte.
Como dice la Verbena de la Paloma hoy las cosas adelantan que es una barbaridad. Ya no podremos alegar el miedo a torturas casi medievales ni la tardanza en las curaciones ni nada para dejar de ir al dentista. ¡Otro mito que muerde el polvo!
Cuando voy rumbo a mi casa empieza a caer una tormenta que en pocos minutos me tiene con el agua a los tobillos. Pienso en el campamento. Espero que no la están pasando tan mal. Ha crecido tanto la ciudad de México que ya hasta llueve por colonias y a veces sucede que basta con pasar una avenida para que un lado esté seco y el otro mojado. Pero no es el caso. Ahora sí que llueve por todos lados. En Parque Lira, frente a la Delegación Miguel Hidalgo se ha formado un estanque que los automovilistas tratan de evitar. La mayoría da la vuelta hacie Vicente Eguía. Tienen miedo de meterse en los pasos a desnivel del Viaducto y quedarse atrapados. El agua baja a riadas y Avenida Revolución es una gran laguna. La realidad es terca: México recuerda su vocación lacustre. Por suerte, en la casa sólo se ha filtrado un poco de agua en el primer piso y rápidamente la secamos. Desde la granizada vivimos escamados, con miedo de que se nos vuelva a inundar todo. A poco de terminar la lluvia el agua empieza a bajar y al rato ya casi no queda huella de la tormenta.
Parafraseando al buen Rockdrigo ¡Así son las cosas en el Distrito Federal!
2 comments:
Es la mariguana!
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