Un día extraño
Es el quinto dìa del plantón y después de la tromba amaneció haciendo mucho frío, un frío húmedo que se mete entre la ropa y hace doler los huesos. Pero la inmensa mayoría de la gente está acostumbrada a espantar la desgracia a escobazos.
Han sido los eternos damnificados de México, los que una y otra vez lo pierden todo por los caprichos de la naturaleza o de los hombres y se vuelven a levantar. Dicen que el ejército que se rinde al último es el que gana, y yo a este ejército no le veo traza alguna de rendirse. ¿Tendrían tanto aguante Martita, Chepina, Elbita y todas esas aguerridas defensoras de la legalidad y las instituciones, nunca jamás de la verdad y la justicia? Vaya, hasta nuestra famosa manta resistió con entereza los embates de Tláloc y sigue incólume.
Algún estúpido dijo en el radio que "así como Dios limpió a la tierra de pecado mediante un diluvio, esta tormenta limpiará al D.F. de perredistas". Yo creo que debería analizar más a fondo el mensaje divino porque las dos delegaciones que sufrieron más son aquellas donde ganó el PAN: Benito Juárez y Miguel Hidalgo.
Por el contrario, después de atajar el agua y reparar los peores daños la gente amaneció mojada y enojada y para quitarse el frío decidió marchar hasta la Bolsa de Valores y hacer un sentón, cerrando el acceso a los trabajadores.
Hace mucho que no se veía este estado de crispación social en la ciudad de México. Ni siquiera después del gran fraude de 1988. Ahora portar el moñito tricolor da pie a comentarios soterrados, dichos en voz baja a nuestra espalda y que se acallan en cuanto volteamos. Si entramos a uno de los muchos cafés vecinos al plantón se hace el silencio, pero nosotras saludamos con el doble de cortesía habitual y en la plática procuramos irnos explicando las unas a las otras por qué consideramos tan importante la conquista de una democracia real. Cuando menos los meseros escuchan atentamente. Hemos decidido siempre dejar el doble de propina, para resarcirlos de lo que pudieran haber perdido, aunque vemos que muchos sitios siguen recibiendo el patronazgo de costumbre y están llenos.
Pero lo contrario también es cierto. Llegan dos jóvenes con traje y comentan que aunque llevan el moñito tricolor ya les dijeron que son panistas. Por eso el Peje vuelve a insistir en que más vale que nos aguantemos agresiones y mentadas a que respondamos con la misma moneda. Pero a veces la paciencia se acaba y no todo el mundo puede mantener todo el tiempo la cabeza frìa y el corazón caliente. Pero hasta eso se está volviendo una enseñanza colectiva: la gente escucha sin agredir.
Los jóvenes son dos pequeños empresarios que se dedican a promover fondos de inversiones y otros instrumentos financieros. Son de esos jóvenes emprendedores que tanto celebra el PAN, pero que se han dado cuenta que cómo los han timado. Me explico. Nosotros somos asalariadas, es decir, jodidas según la visión panista. Pero tenemos un empleo seguro y estable, un salario decoroso que nos llega semanalmente y nos permite cubrir nuestras necesidades elementales y hasta algunas superfluas, como tomar café en los restaurantes de Reforma y dejar buenas propinas. Tenemos asegurada la vejez y hemos podido darles a nuestros hijos carreras, incluso en escuelas de paga como el Tec de Monterrey, la Universidad del Valle de Mèxico, la Lasalle o la Ibero. (Hablo en colectivo aunque yo soy defensora de la educación pública y mis hijos, desde la guardería hasta la universidad, estudiaron en escuelas de gobierno). Somos pequeña burguesía y por eso el PAN se llevó bastantes votos entre las que no quieren aceptarse obreras.
Ellos, en cambio, viven al día. Aunque trabajan para grandes bancos son independientes y, en consecuencia, no tienen una relaciòn laboral. Si no venden, no comen. Y hoy tienen hambre. Llevan días sin vender nada. Les decimos que en la carpa de la Miguel Hidalgo están regalando comida y se apenan. No aceptan. Les ofrecemos café, galletas y mucha, mucha plática y eso si lo aceptan con dignidad. Y ese es el México que quieren imponernos, el de los comisionistas super explotados que no tienen seguridad en la vida.
Hay una cosa que me molesta profundamente de la derecha y es que nunca da la cara. Mandan a una docena de jovencitos con globos blancos a repartirnos propaganda a favor de la paz y nos piden que nos pongamos una camiseta blanca para significar nuestro apoyo. Les preguntamos si son panistas y lo niegan. Ellos son simples ciudadanos apartidistas amantes de la paz Les pregunto si nos consideran simples ciudadanos partidistas amantes de la guerra, si nos han visto hacer cosas violentas o peligrosas o que atenten contra su futuro. Callan. Recibimos cortesmente sus volantes, pero les preguntamos por qué hablan tanto de la paz mientras su candidato hace sonar los tambores de la guerra. Nuevamente, callan y se van casi corriendo. Parecen ser jovencitos contratados por hora, porque no tienen ni siquiera los argumentos más sencillos para defender su propuesta.
Y esa es otra cosa que me dá coraje. ¿De cuándo acá los patrones tan solícitos por el bienestar de sus empleados? ¿Cuándo les había importado el tiempo que tardan en llegar a su trabajo? Muchos viven en la periferia de la ciudad y emplean cinco horas diarias en el viaje de ida y vuelta. Sólo el gobierno del D.F. se preocupó por mejorar vialidades (sí, ese segundo piso que los enfurece, y los pasos a desnivel y puentes de Zaragoza y demás obras semejantes), por mejorar el transporte urbano (sì, ese Metrobús que ahora se reconoce como modelo de eficiencia y cuya implantación en Reforma impidieron mediante mantas de "asociaciones vecinales" fantasma). ¿Cuándo les importó antes si les alcanza o no el sueldo? ¿Por qué no se los mejoran? Eso sí que está en su mano y no lo hacen, pero si claman acusándonos y amenazan con despedir gente. Si lo hacen, seguramente acabarán engrosando nuestro plantón, que crece y crece. Ya tenemos doce sillas y casi siempre están llenas de gente, desde compañeros y compañeras jubilados hasta visitantes ocasionales.
Tuve que ir a mi clínica del IMSS, que queda enteramente fuera del radio del plantón y esperé casi media hora en la base porque no había micros. El encargado se negó a explicarme por qué, si su ruta está bien alejada de Reforma. Los microbuseros aprovechan el plantón para retirar unidades, acortar sus rutas y hacer que la gente pague el doble, aunque no crucen por donde estamos. Pareciera que sus dirigentes les hubieran dado órdenes de aumentar el malestar y la molestia de la gente. Hoy me tocó ver un pleito a golpes entre un microbusero y un camionero porque se cerraron el paso. Nadie quiso intervenir para separarlos. Hasta yo me acobardé y no quise sacar una foto porque supuse que los enfurecería más.
Vinieron a visitarnos compañeras que querían estrechar la mano del Peje, pero no va a venir, porque está haciendo el recuento de los daños causados por la tromba y viendo lo del plantón en la Bolsa de Valores.
Pasó Marcelo, informando y señalando que sòlo con el recuento voto a voto se garantiza que todos los votos cuenten. Explica que si aceptamos una muestra estaríamos diciendo que esos votos valen más que los demás, y que es en el momento e emitir nuestro voto cuando todos los ciudadanos valemos lo mismo.
Esto de la Asamblea Popular se está volviendo una realidad. En la mañana y la tarde se hacen reuniones de información y cada uno de los campamentos analiza, discute y decide. En nuestro campamentito se ha vuelto ya costumbre poner el discurso del Peje que pasa por Monitor a las siete de la tarde, y se va juntando la gente a escucharlo en silencio, para luego discutir su contenido.
Dicen que se huele la anulación, y tuvimos una encendida discusión sobre su significado. Una compañera dice que sería una derrota para nuestra causa y que significaría el triunfo de Calderón. Sostengo lo contrario, porque esa decisión estaría diciéndole a todo México que el cochinero electoral es de tal magnitud que nada más no hay manera de limpiarlo y habría que hacerlo todo de nuevo. Ella me responde con los argumentos de Julio Hernández sobre el nombramiento de alguien que concretara las reformas estructurales pendientes y les cubriera las espaldas a Martucha y sus bribonescos hijos, pero eso sería suponer que nos quedaríamos con los brazos cruzados permitiéndolo. Y esa es la gran enseñanza del plantón: nos atrevimos a actuar, dimos el primer paso y ahora ya nadie nos para.
Hoy por la mañana escucho en el radio a uno de los observadores foráneos, un argentino cuyo nombre no recuerdo, que propone salvar al IFE, aunque el Consejo General se vaya a la fregada. El dice, muy a la gringa, que no hay que tirar al niño junto con el agua sucia de la tina. Están los comentaristas políticos con Aristegui y Eduardo Huchim, que fue Consejero del IEDF coincide. Dice que el IFE es más que FRAUGALDE y su pandilla, que sí existen funcionarios honestos, pero que la cabeza no los dejó actuar. También se comenta un trascendido sobre la visita "secreta" de Calderón a Fox en la que FECAL ofreció, desde el 6 de julio, aceptar el recuento, pero una vozezita dijo "sobre mi cadáver". Dicen que si ahora FECAL acepta va a parecer (yo diría ser) un triunfo del plantón, porque se tardó demasiado y lo más probable es que se lo imponga el TRIFE. Acá entre nos, yo pienso que sería peor derrota.
Se habla de una solución este fin de semana. Sería una muestra de sensibilidad polìtica ante un problema que crece y se ahonda. Pero, en lo personal, creo que estos funcionarios tienen piel de rinoceronte. Si lo que quieren es alargar el plantón con la esperanza que decaiga, yo los invitaría a Reforma. Marcelo ya es nuestro vecino, se mudó junto a la Diana y ya están instalando un escenario para los actos político-culturales. Si se descuidan, hasta nos quedamos a vivir acá en la zona diamante. Es céntrica, está bien comunicada, tiene todos los servicios, la vecindad es de lujo y todo queda cerca, a diferencia de las colonias en que viven muchos. Por eso los patrones quieren que nos quiten el agua potable. Junto con lo que leí en el senderodelpeje.com acerca de los criminales que quieren envenenarnos o exterminarnos con viruela, como en la Conquista, me huele a mucha desesperación, a mucha impotencia de quienes saben que perdieron, pero que no les importaría desatar una epidemia en una de las ciudades más pobladas del mundo con tal de ganar, como si los microbios y las bacterias hicieran distinciones entre pobres y ricos. Hay taradez congénita, pero la aprendida es peor.
Saludos desde la calle. Por cierto, ya parezco piel-roja, por el viento. A lo mejor por eso los pandejos nos quieren hacer lo que los gringos a los indios de Norteamérica. ¡Éjele!, que hasta en eso somos mejores, tenemos más anticuerpos...
P.D. Agradezco a quienes han escrito y les prometo contestarles en cuanto decida el TRIFE. Hoy ya le robé tiempo al plantón para postear ésto, considérenlo una carta afectuosa a todas y todos.
1 comment:
Gracias a tu blog, estamos mucho mejor enterados de lo que ocurre en los campamentos. Gracias.
Post a Comment