Los tiempos son oscuros, las costumbres corruptas y hasta el derecho a la crítica, cuando no lo ahogan medidas de censura, está expuesto al furor popular.
UMBERTO ECO

2006/09/15

Los adioses

Cada quien tiene su estrategia frente a los adioses. Mi nana Lila suele desaparecer siempre que tiene que despedirse. Ese día, precisamente ese día, atiende recados urgentes o encuentra familiares que ir a saludar, aunque se trate de mi hermano César, su niño que viene de tan lejos y por tan poco tiempo, al que tanto procura... Yo practico la huída hacia el futuro y pienso en todo lo nuevo que vendrá, la gente que voy a conocer, las cosas que aprenderé. Duele, pero duele menos.

Han pasado casi cincuenta días. Hemos compartido el pan, la sal, el café y las donas con muchísimos telefonistas, al calor de largas pláticas y encendidas discusiones. Pasamos fríos (principalmente) y calores. Llovió, granizó, hizo un viento atroz. Algunos días fueron dorados y plácidos y parecíamos estar en un garden party de lujo.

Pero todo lo que existe acaba. Fue exitoso el llamado a reforzar los campamentos del Zócalo para impedir que el EMP instalara sus vallas y tratara de crear una ficción a gusto de Fox. Los tranviarios y el Barzón se fueron al momento mismo del llamado, junto con muchos otros. En los campamentos restantes se retiró todo lo superfluo y se empezaron a bajar las grandes mantas que proclamaron a gritos nuestra decisión de vencer al fraude.

Las vecinas de la Asamblea de Barrios vinieron a pedir prestada una parrilla, porque ya habían empacado la cocina. Sólo quedaba su lavadero, que tanto admiramos. Mientras nosotras hacíamos malabarismos con una palangana y una cubeta, ellas tallaban a gusto.

Les tomé las fotos del recuerdo, igual que a los vecinos de Convergencia, a los compañeros que repartían diario las tortillas y hasta al hurón de los niños.

Casi todas las fotos que tomé tienden al naranja, por los grandes toldos que nos cubrían y que ya están desmontando. Quisiéramos encontrar un pretexto para quedarnos, pero hoy hicimos correr a Fox hasta Guanajuato y nos enteramos que Alejandro Encinas dará el Grito. ¡Duro revés para todos los grupos facciosos que desde Monterrey pagaron costosísimas campañas pidiendo su remoción y el levantamiento del plantón!

Hay quien dice que es muy poco, que lo importante era vencer a Fecal. Pero llevamos dos de tres; ni Fox dió su informe en San Lázaro, ni dió el Grito en el Zócalo. Falta ver si Fecal toma posesión el 1° de diciembre. Es una lástima que la izquierda sea tan pronta para contabilizar sus derrotas y tan parca a la hora de gozar sus victorias.

Hoy Pedro Miguel, en sus Navegaciones recuerda el texto magistral de Ryszard Kapuscinski acerca de la revolución que derribó al Shah en Irán.

La autoridad es una relación entre personas y requiere de un acuerdo, y cuando éste se rompe, no hay autoridad que valga. Uno de los pasajes más esclarecedores en toda la obra de Ryszard Kapuscinski dice así: "Ahora el momento más importante y que va a decidir el destino del país, del sha y de la revolución será el momento en que un policía reciba la orden de abandonar su formación, acercarse a un hombre de entre la multitud y ordenarle a voz en cuello que se vaya a casa. Tanto el policía como el hombre de la multitud son personas sencillas y anónimas, y, sin embargo, su encuentro tendrá un significado histórico. Ambos son personas adultas que han vivido ya algo y han acumulado experiencia. La experiencia del policía: si le pego un grito a alguien y levanto la porra, éste se aterrorizará y echará a correr. La experiencia del hombre de la multitud: al ver acercarse a un policía me entra el pánico y echo a correr. Basándonos en esas experiencias completamos el guión: el policía grita, el hombre huye, tras él huyen los demás, la plaza queda vacía. Esta vez, sin embargo, todo se desarrolla de una manera diferente. El policía grita, pero el hombre no huye. Se queda donde está y mira al policía. Su mirada es vigilante, todavía contiene algo de miedo, pero, al mismo tiempo, es dura y descarada. El hombre de la multitud mira descaradamente al poder uniformado. Se queda plantado donde está. Después mira a su alrededor y ve las miradas de los demás. Son parecidas: vigilantes, todavía con una sombra de miedo, pero ya firmes e inexorables. Nadie huye a pesar de que el policía sigue gritando. Al final llega un momento en que se calla; se produce un breve silencio. No sabemos si el policía y el hombre de la multitud se han dado cuenta de lo que acaba de ocurrir. De que el hombre de la multitud ha dejado de tener miedo y de que esto es el principio de una revolución." (El Sha o la desmesura del poder, Anagrama, 1987, pp. 140-141)


Hoy Carlos Ramos Mamahua de La Jornada captó uno más de estos momentos en que el hombre de la multitud ha dejado de tener miedo y ha echado a andar con paso de gigante, como dijera el Ché. Seguramente el EMP pensó que podría hacer lo mismo que en San Lázaro y que dejaría pasar tan sólo a los pirruris panistas que jamás han estado en el Zócalo en una noche de Grito, después de haber retirado a las hordas pejistas. Pero cupo la prudencia en el Senado y le hicieron un exhorto a Fox para que no viniera a buscarnos, porque segurito nos iba a encontrar.

Así que tendremos un Grito de Independencia de veras, sin pegotes tipo ¡Viva el Seguro Popular! ¡Vivan mis hijitos y mi sagrada cónyuge! ¡Viva la gente nice y de buena familia! ¡Viva el duopolio televisivo! ¡Viva la corrupción y la desvergüenza!

Con emoción, recordaremos no sólo a los héroes nacionales sino a ese pueblo anónimo, igualito a nosotros, que siempre acude al llamado de la Patria en sus horas más oscuras. Iremos a celebrar y a celebrarnos, que no es poco lo que hicimos, aunque nos falte todavía mucho por hacer.

1 comment:

Amiguiz said...

es algo que podrás contarle a tus hijos... "yo luché por la democracia, y lo hice con todo"

qué envidia...

aún falta, hay que seguir luchando,

saludos desde Xalapa :D