Viajando
Resulta que mi hermano César, el físico que vive en Los Ángeles, vino al INAOE (Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica) de Santa María Tonanzintla a participar en un simposio sobre construcción de aparatos de medición. Mientras él trabajaba duramente parte de la familia decidió aprovechar el tiempo haciendo turismo. La iglesia de la Inmaculada Concepción empezó a construirse en el siglo XVI y los frailes, como hicieron en la Villa de Guadalupe, aprovecharon la veneración de los indígenas por Tonantzin, la madre de todos los dioses, y la sustituyeron por la Virgen María. Es lo que se conoce como sincretismo.
La primera impresión es de asombro. Cientos de imágenes de ángeles, querubines, santos, frailes, evangelistas, doctores de la iglesia, Padres Santos, Jesucristos, palomas, frutos, flores se entremezclan entre volutas que no dejan un sólo centímetro libre. Los frailes aprovecharon la creatividad y el arte de los nativos y los dejaron plasmar su visión del mundo. Pero esos indígenas evangelizados se las arreglaron para ocultar a sus propios dioses. Dos flores azules, papayas, uvas y unas volutas forman una máscara de Tláloc. Compárenla con un Tláloc teotihuacano y verán la semejanza.
Y casi cinco siglos después un niño de menos de diez años nos sirve de guía y nos muestra todos los secretos que esconde la iglesia. Nadie más se encuentra presente y nos dedica sus mejores relatos. Hace que me pare bajo la bóveda y me empuja hacia delante y detrás para que vea cómo me siguen los ojos de los santos. Quiere que me fije en cada cara, en esos elotes morados que decoran un rincón, en el niño que cae, en San Francisco, en los evangelistas... Podría pasarme días sin acabar de verlo todo pero me derrota el dolor de cuello. Mi guía me cuenta que hay turistas que llevan grandes espejos y prometo ir mejor preparada la siguiente vez.
Creo que su conocimiento es el resultado de siglos de misas y rosarios, de miles de feligreses que pusieron atención a cada pequeño detalle y se lo transmitieron a sus familiares. Quizá cada una de las familias sepa cuál de las figuras fue realizada por sus antepasados y se sientan un poco dueños de ellas. Me estoy imaginando una de esas larguísimas novelas de Edward Rutherford sobre Londres o la catedral de Salisbury, en donde nos describe las genealogías de los artesanos que las construyeron, casi desde la Edad de Hielo y nos cuenta sus historias familiares.
San Francisco Acatepec se encuentra como a kilómetro y medio. La fachada está enteramente cubierta de talavera y dentro el delirio decorativo ha cedido su lugar a una ornamentación más recatada. Pero están limpiando los altares para las fiestas patronales de octubre y los andamios ocultan parte de ellos.
Queremos aprovechar el tiempo y seguimos camino hasta Cacaxtla, en Tlaxcala, donde encontraron unas pinturas murales fantásticas. A la entrada hay una manta de los trabajadores del INAH denunciando la intención foxiana de privatizar las zonas arqueológicas. En grandes letras negras concluyen: ¡Basta de quitarle al pueblo lo que le pertenece! De hecho, ya está ocurriendo, por ejemplo en la zona del Tajín o en Oaxaca, donde los gobernadores se sienten dueños y hacen con sus zonas arqueológicas lo que les viene en gana. O en Yucatán, donde Federica Sodi, la encargada del lugar, permite que su hermana Thalía circule por zonas reservadas y se tome fotos sin cubrir los costos establecidos.
¡Ay, qué bonito es ser mandón! ¿O no?
El sitio está impecablemente limpio y bien cuidado. Es evidente que los trabajadores lo hacen por amor, porque sus sueldos son bajísimos. Un enorme techo cubre y protege las pirámides y las pinturas murales. Eran tan avanzados que hasta tenían un lugar para criar pericos, quetzales y otras aves de plumas preciosas con clima controlado y toda la cosa. Hay varias pirámides más y montículos aún no excavados y plantíos de amaranto, el alimento de los dioses que fue prohibido por los españoles. Subimos y bajamos por escaleras de madera y luego rodeamos el gran basamento. Es una buena caminata.
Seguimos camino hacia Huejotzingo. A mi mamá le encanta la sidra. Le recuerda los viajes con mi abuelo. En la plaza central han instalado grandes toldos, porque el domingo 29 va a ser la fiesta del Arcángel San Miguel, su santo patrón. Me invade la nostalgia por el plantón. La Reforma se ve tan vacía y sin chiste desde que nos fuimos...
Es bastante poco agraciada la cara que presentan los pueblos que atravesamos. Talleres mecánicos por montones, yonques, fonditas, caminos llenos de baches. Nada que el Gober Precioso no pudiera resolver invirtiendo, por ejemplo, en darles una manita de pintura, como hicieron hace ya tiempo en el Estado de México, cambiando los letreros, poniendo señalizaciones, asfaltando. Pero me imagino que sale caro el gusto por las botellitas de coñac y no quedan fondos para mejorar la vida de la gente.
Después de pasar un día en Puebla seguimos camino hacia Veracruz. Nuevamente mi mamá se llena de recuerdos de infancia y juventud. Mi abuelo, ferrocarrilero, pasaba tiempo en el puerto y tenía parientes con las que mi mamá pasaba las vacaciones.
Unos amigos telefonistas me llaman para que les platique a sus amigos sobre el plantón. Formaron el Comité Ciudadano "Leyes de Reforma" para apoyar la candidatura de AMLO. Desgraciadamente, sólo tengo unas pocas horas, porque al día siguiente, temprano, regresaremos a México. Lo que yo ignoraba es que sus amigos eran como doscientos...Improviso, pero siento que he dejado fuera todo lo verdaderamente importante. Les prometo regresar con tiempo e información.
Les interesa saber qué vamos a hacer de aquí al veinte de noviembre. Muchos estuvieron presentes en la CND, pero no fue lo que esperaban. A diferencia de nosotros, que teníamos la oportunidad de escuchar cada día al Peje, y de ir comentando y discutiendo sus propuestas, ellos sólo tenían acceso a lo que publicaba La Jornada. Y no es lo mismo leer un discurso que escucharlo, con sus pausas, sus énfasis, sus silencios, sus inflexiones. A nosotros nos quedó claro lo de las jornadas de lucha del 27 de septiembre, 2 y 12 de octubre, 20 de noviembre, 1° de diciembre... Ellos lo oyeron, pero no lo escucharon.
Les recomiendo los blogs, pero muchos de ellos no tienen acceso al Internet o no saben cómo usarlo. Me doy cuenta que no basta con lo que llevamos hecho. Es preciso enseñar a quienes pueden a usar estas nuevas herramientas. Pero es imprescindible pensar en un periódico de la CND que salga cuando menos tres veces por semana y que se reparta por toda la república. Tenemos de nuestro lado a muchos buenos articulistas, escritores, analistas políticos. Y eso es lo que la gente quiere y necesita.
Dice Alain de Botton que un burro que sale de viaje no regresa siendo un corcel. Lo bueno es que yo soy mula...De algo me habrá servido.
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