El día del huevo

Ayer se celebró en todo el mundo el Día del Huevo, efeméride propuesta por los avicultores. La mayoría de los comentaristas lo tomaron a chacota, pues sabido es que el huevo representa mucho más que la sublime perfección del mejor contenedor alimenticio que conocemos.

Ya sabemos que el destino político de muchos se determina según se les perciba como carentes de o, por el contrario, poseedores de este atributo en demasía. Pero como todo exceso perjudica, ser percibido como huevón es cosa mala. Paradójicamente, en España un empollón, es decir, alguien que se pasa mucho tiempo incubando huevos para que produzcan, es lo que nosotros solíamos conocer como un matado o, como ahora se dice, un nerdo.

Si queremos tener éxito necesitamos echarle huevos a la vida, porque si nos gana la hueva fracasaremos.

Desde luego, aparte de los Bours Bachocos, quienes más celebraron el día fueron nuestros diputados y senadores, que ven pasar la vida con calma mientras el país se les deshace en las manos.

Y respecto a la ilustración, me fue imposible averiguar si es un Magritte original o una parodia del Magritte de la pipa.