Los tiempos son oscuros, las costumbres corruptas y hasta el derecho a la crítica, cuando no lo ahogan medidas de censura, está expuesto al furor popular.
UMBERTO ECO

2006/10/17

Vivimos en tierras de caciques


Por una mera casualidad, hace varios años, en una retrospectiva del cine nacional experimental ví El brazo fuerte, una película del holandés Giovanni Korporaal. A continuación les pongo una breve reseña que encontré en el siguiente sitio:

Considérese, por ejemplo, el caso de una sátira política llamada El brazo fuerte (1958), realizada por Giovanni Korporaal, un europeo que tras estudios en el Centro de Cine Experimental en Roma se mudó a México, logró hacer uno de los pocos largometrajes experimentales de la época. Basado en un cuento de Juan de la Cabada, el film es un tratamiento brutal del ascenso y la caída de un caudillo rural. Rodada en Erongarícuaro, Michoacán, el escenario es familiar: el pueblo mexicano arquetípico visto en innumerables fotos de Álvarez Bravo, con paredes texturizadas de adobe e iglesias coloniales situadas contra un cielo donde se elevan nubes esponjosas. No obstante, los habitantes son una raza completamente diferente, sin ninguna de las gracias ni el sentido intuitivo de la belleza -"un poco alegre y graciosa", para usar la atinada frase de Álvarez Bravo- que el fotógrafo busca en sus imágenes. En cambio, los habitantes se presentan como xenófobos estúpidos -fácilmente engañados, lisonjeros por naturaleza y sospechosos de los extraños y el progreso-. Cuando al final los pueblerinos logran derribar al déspota local mediante el ridículo, éste es inmediatamente sustituido por un tirano idéntico.
Existen otras obras que tratan el mismo tema, como El Extensionista de Felipe Santander, que a casi tres décadas de su estreno no ha perdido nada de actualidad, por desgracia. De hecho, casi toda la producción de cine nacional ha retratado las diversas formas que adopta el caciquismo en México.

Cacique,ca: Persona que en un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia. Déspota, autoritario. (Diccionario Espasa-Calpe)
¿Existe alguna duda que tal definición se aplica de maravilla a Elba Ester Gordillo, a Ulises Ruíz, a Manuel Andrade?

En la escuela me enseñaron que Plutarco Elías Calles fundó al abuelito del PRI, el PNR (Partido Nacional Revolucionario) en 1929, con la finalidad sujetar a cierto control a los desbordados señores de horca y cuchillo que gobernaban sus localidades con mano de hierro o brazo fuerte. Ellos cedieron algo de autoridad a cambio de cierta medida de paz social, de estabilidad económica y control político.

La fórmula fue exitosa, salvo algunos estallidos, como el del navismo en San Luis Potosí, en épocas de López Mateos. Por cierto que éste acuñó la inmortal frase de "Los caciques duran hasta que los pueblos quieren". Le faltó añadir: "Y el Presidente les retira su apoyo".

En efecto, los peores efectos del caciquismo se veían paliados por el recurso a un poder superior. Cuando las arbitrariedades de Gonzalo N. Santos "El Alazán Tostado", o de Manuel Sánchez Vite o de tantos y tantos otros llegaban a ser insoportables y se producía un levantamiento popular los presidentes en turno sugerían una licencia por enfermedad que a nadie engañaba, pero que dejaba salvado el principio de autoridad.

Pero ahora estamos viviendo en el peor de los mundos. Con el argumento del respeto a la autonomía se permiten los peores atropellos a los derechos de las personas, y cuando éstas se rebelan se las ignora, se las minimiza, se las conduce a la exacerbación social sin remedio y una vez que se da el estallido social se las amenaza con la represión.

¿Cuántas vidas vale Ulises Ruíz? Van, por lo menos, media docena de muertos y éste sigue desgobernando Oaxaca. Supongamos que deciden arremeter contra la APPO: ¿eso terminaría el conflicto? Evidentemente, no. Habría muchos más muertos, muchos detenidos, mayor descontento social, más inestabilidad.

En Tabasco vimos los peores usos del mapachismo y cuando éstos no fueron suficientes para asegurar el triunfo del PRI, entonces se recurrió al uso arbitrario del poder, fabricando delincuentes peligrosos armados con pistolas de uso exclusivo de la niñez y armas blancas marca Victorinox, a los que se obligó a confesar mediante la tortura. Y en Chiapas los viejos caciques se inconforman y tratan de recuperar la gubernatura con ayuda de las autoridades federales.

Y mientras en los estados se siguen los peores usos y costumbres de un caciquismo cerril y desmecatado, a los contendientes se les pide civilidad, respeto al Estado de Derecho y todas esas fórmulas rituales, a las que se ha vaciado de contenido.

Decía mi abuelita que lo que es parejo, no es chipotudo. O que todos coludos o todos rabones. O que todos hijos o todos entenados. En fin, que el trato debía ser parejo y las solicitudes, similares. Si a la APPO se le pide algo, con mucha más razón debían hacerse las mismas demandas a Ulises Ruíz. Y las mismas amenazas... Pero todo se carga hacia un solo lado. Y así, aparece Monseñor Abascal pidiendo la rendición incondicional del movimiento popular de Oaxaca, si no quieren que los repriman, mientras a Ulises Ruíz no se le pide nada.

Estamos viviendo el tiempo de las consecuencias. Pero el Gobierno Federal las ve como causas. Casi tres décadas de neoliberalismo han empobrecido a la mayoría. Quienes antes fueron pobres ahora ya son miserables y éstos, simplemente, se han muerto. De hambre en sus tierras o de sed en el desierto de Arizona, poco importa. Estamos hartos. Y no tenemos a quién acudir.

Y con absoluta insensatez nuestros gobernantes parecen empeñados en cerrar todos los caminos civilizados. Si la gente acude a votar y gana alguien que no es del agrado de los poderes fácticos se recurre al fraude más obvio, más descarado, como si se empeñaran en convencernos que la vía electoral no vale la pena. Si la gente se moviliza pacíficamente se buscan todos los medios para impedirlo, desde las vallas y los granaderos hasta los balazos y el atropellamiento de las barricadas, como si se buscara convencernos que debemos recurrir a la Ley del Talión, es decir, al ojo por ojo y diente por diente, con lo cual sólo lograremos ser una nación de ciegos desdentados. Si recurrimos a las movilizaciones masivas se nos ignora. Nuestra voz es acallada en los medios masivos. Nuestras propuestas son desvirtuadas.

Estas situaciones son insostenibles. La gente busca la manera de ocupar el espacio ausente de unas autoridades inservibles. Lo estamos viendo en Oaxaca: como la policía no funciona, la APPO se ha ocupado de los delincuentes. Hasta el momento no ha pasado de golpizas y tuzaderas del cabello. Pero de ahí a los linchamientos y a la quema de personas, como en Perú, no hay gran distancia. Y entonces tiende a imponerse la ley del más fuerte que conduce, fatalmente, al reforzamiento de los caciquismos locales.

Creen Fox y Fecal que van a poder controlar este fenómeno en su beneficio. ¡Pobres ilusos! Ese poder desbordado se volverá, primero que nadie, contra un gobierno federal débil, ineficiente e inútil. Y habremos dado una vuelta completa...

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