¿A quién quieren verle la cara?
El conflicto de Oaxaca se ha convertido en un atolladero para el gobierno federal. La campaña de odio en contra de AMLO lo permeó de tal manera que no atina a ver la realidad del país. Según éste, los conflictos sociales se reducen a calles, colonias o plazas, como en su momento dijera Fox y hoy repite Ulises.
Gobernantes fraudulentos como FeCal y Ulises Ruín parecen estar convencidos que la fuerza será suficiente para mantenerlos en el poder, como si no existieran ejemplos de lo contrario. Atropellan los derechos del pueblo, abrogan la Constitución por la vía de los hechos, impidiendo el libre tránsito, la libre manifestación, la libre expresión de las ideas. Estrangulan a los medios independientes --o asesinan a sangre fría a sus representantes, como Brad Will-- y pretenden establecer un cerco informativo que haga desaparecer las realidades que los molestan.
Y como nada parece darles resultado, pues sólo logran hacer crecer la insurrección popular, hoy recurren al viejísimo expediente de los actos terroristas. Unas explosiones cuidadosamente preparadas para provocar grandes daños en los vidrios y fachadas --que se pueden reparar fácilmente, con un costo relativamente bajo-- afectaron los edificios del PRI, el TEPJF y un banco en una zona bien pirruris de la ciudad de México. Nada más les faltó escribir con grandes letras "AMLO estuvo aquí" o bien "Fuimos los de la APPO".
Dicen que una cosa es que nos engañen y otra que nos vean la cara de pendejos. El engaño requiere sutileza, inteligencia. El pendejeo sólo necesita de nuestra propia ingenuidad... o estupidez.
Y como ni ellos son sutiles ni nosotros estúpidos, sólo queda decir que ésta es una muestra más de lo acorralados que se sienten. Dejaron crecer a un caciquillo rapaz, le dieron alas para que se creyera pieza indispensable en el juego político nacional y ahora ya no saben cómo pararlo. Y como Fox abdicó del poder desde el primer día de su mandato, simplemente no hay ya quien ponga a raya a todos esos delincuentes. Recurrirán a los atentados y a la violencia con la vana esperanza de que se imponga la represión generalizada de todas las fuerzas opositoras, encarcelando a los dirigentes, asesinando a los militantes y reprimiendo las manifestaciones.
Por eso hoy, más que nunca, hay que ratificar el carácter masivo y pacífico de nuestro movimiento. Habrá quién se desespere porque parece que a nosotros nos toca poner todos los muertos mientras ellos siguen devorándose al país. Pero estos actos de desesperación extrema por parte del PRI --¿pues quién otro sale beneficiado de los bombazos?-- muestran cuán frágiles se sienten y cuán cercanos a la derrota. Y mientras ellos recurren a los gases, los toletes y las bombas nosotros nos seguiremos organizando para construir un país donde la dignidad, el valor y la convicción que hoy muestra el pueblo oaxaqueños sean comunes a todos.
Gobernantes fraudulentos como FeCal y Ulises Ruín parecen estar convencidos que la fuerza será suficiente para mantenerlos en el poder, como si no existieran ejemplos de lo contrario. Atropellan los derechos del pueblo, abrogan la Constitución por la vía de los hechos, impidiendo el libre tránsito, la libre manifestación, la libre expresión de las ideas. Estrangulan a los medios independientes --o asesinan a sangre fría a sus representantes, como Brad Will-- y pretenden establecer un cerco informativo que haga desaparecer las realidades que los molestan.
Y como nada parece darles resultado, pues sólo logran hacer crecer la insurrección popular, hoy recurren al viejísimo expediente de los actos terroristas. Unas explosiones cuidadosamente preparadas para provocar grandes daños en los vidrios y fachadas --que se pueden reparar fácilmente, con un costo relativamente bajo-- afectaron los edificios del PRI, el TEPJF y un banco en una zona bien pirruris de la ciudad de México. Nada más les faltó escribir con grandes letras "AMLO estuvo aquí" o bien "Fuimos los de la APPO".
Dicen que una cosa es que nos engañen y otra que nos vean la cara de pendejos. El engaño requiere sutileza, inteligencia. El pendejeo sólo necesita de nuestra propia ingenuidad... o estupidez.
Y como ni ellos son sutiles ni nosotros estúpidos, sólo queda decir que ésta es una muestra más de lo acorralados que se sienten. Dejaron crecer a un caciquillo rapaz, le dieron alas para que se creyera pieza indispensable en el juego político nacional y ahora ya no saben cómo pararlo. Y como Fox abdicó del poder desde el primer día de su mandato, simplemente no hay ya quien ponga a raya a todos esos delincuentes. Recurrirán a los atentados y a la violencia con la vana esperanza de que se imponga la represión generalizada de todas las fuerzas opositoras, encarcelando a los dirigentes, asesinando a los militantes y reprimiendo las manifestaciones.
Por eso hoy, más que nunca, hay que ratificar el carácter masivo y pacífico de nuestro movimiento. Habrá quién se desespere porque parece que a nosotros nos toca poner todos los muertos mientras ellos siguen devorándose al país. Pero estos actos de desesperación extrema por parte del PRI --¿pues quién otro sale beneficiado de los bombazos?-- muestran cuán frágiles se sienten y cuán cercanos a la derrota. Y mientras ellos recurren a los gases, los toletes y las bombas nosotros nos seguiremos organizando para construir un país donde la dignidad, el valor y la convicción que hoy muestra el pueblo oaxaqueños sean comunes a todos.
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