Los tiempos son oscuros, las costumbres corruptas y hasta el derecho a la crítica, cuando no lo ahogan medidas de censura, está expuesto al furor popular.
UMBERTO ECO

2007/02/04

Dos marchas, dos


Desde el principio decidimos que estaríamos en las dos marchas: la de los sindicatos y la del FAP. Nos paramos en Madero a esperar a los telefonistas, mientras veíamos pasar diversos grupos de campesinos, desde los pertenecientes a la aún priísta CNC hasta los de la UNTA, la CCC y algunas otras centrales que de momento no recordamos.


Pasaron los sindicatos de la educación superior: STUNAM, SITUAM, SUTCOLMEX y varios más, que actualmente se encuentran revisando contrato.

Llegaron los aguerridos jubilados del SME encabezando su nutrido contingente, como de quince mil, y apareció hasta una Coalición Socialdemócrata pero de los telefonistas, ni sus luces. Cuando empezábamos a dudar de nuestros sentidos, pensando que pudieran haber pasado sin que los viéramos, una compañera nos hizo saber que los habían citado en la mera plancha del Zócalo, junto con otros contingentes de la UNT, como los trabajadores del IMSS, pilotos, sobrecargos, tranviarios y demás agrupaciones integrantes.

Es la vieja táctica que usan nuestros dirigentes cuando no ¿quieren? ¿pueden? juntar un contingente mínimamente decoroso que resista el escrutinio de la prensa y demás ojos curiosos. Luego nos platicarían que, contra lo que siempre sucede, ahora habían ido a los centros de trabajo a decirles que si no querían asistir, ni se preocuparan, porque no los sancionarían.

Caminamos hasta el Zócalo y, en efecto, nos encontramos con un grupito como de quinientos telefonistas, contando al personal al servicio del Sindicato, que son más de cien. Al más puro estilo del PRIcámbrico temprano, a los que fueron les dieron sus cachuchas y sus naranjas, para que apagaran la sed. Ni Boing ni torta, que la cosa no está como para gastos superfluos...

Los demás contingentes andaban por el estilo. La raza echaba desmadre mientras la oradora designada leía un discurso tipo sopita de letras, es decir, mucho choro y pocas acciones concretas.

Como si México no hubiera cambiado en estas últimas décadas, los charros pedían la firma de un nuevo pacto social, siguiendo el viejo modelo tripartita donde Gobierno-Patrones-Líderes Sindicales se sentaban a la mesa como iguales y se repartían el pastel, obteniendo beneficios para sí y sus representados.

Con aires nostálgicos de danzón los charros cantan "Don Fidel no debió de morir, ¡ay! de morir..." y suspiran por esos buenos, viejos tiempos cuando se les acordaba trato de privilegio, palomeaban candidatos a gobernadores, senadores y diputados y hasta destapaban al candidato a Presidente de la República.

No les acaba de subir agua al tinaco como para darse cuenta que los neoliberales NO los quieren ni los necesitan y que los empresarios NO los ven como sus iguales, aunque manejen BMW, se vistan de Hugo Boss, calcen Ferragamo y firmen con la MontBlanc. ¡Peor aún si en el más puro estilo populista-echeverriísta-lópezportillista se quedaron en el viaje y andan de guayabera o de chamarrita de cuero medio pedorrona!

Es como si la cocinera que tiene la sarten por el mango le preguntara a la sardina:

--Sardinita, ¿cómo quieres que te prepare? ¿Al mojo de ajo? ¿A las finas hierbas? ¿Te arde? ¿Quieres que le baje a la flama?

Digo, ¿cuándo se ha visto tal cosa?. Se la comen y ya...

Bueno, íbamos en lo del discurso vacuo pero lleno de frases grandilocuentes que sólo esconden una atroz impotencia a la hora de los hechos. La reforma social y democrática del Estado como lema, no como llamado de lucha a deponer a los ratas consejeros del IFE que ahora disfrutan de un bien ganado botín de guerra, pues finalmente le entregaron la Nación al pelele y poco se les ha de hacer lo que se gastan comparado con lo que la derecha reaccionaria está ganando a costa de todos nosotros. Tampoco como grito de batalla para exigir que salgan a la luz las múltiples transas que se hicieron en las casillas a cargo de las huestes de la Gordillo, o como llamado de aliento para encabezar la reforma a un sistema electoral sesgado a favor de los poderosos.

No, nada tan plebeyo como eso. Ajenos al discurso los conceptos de justicia social, equidad, redistribución de la riqueza y a cambio de ellos, las huangas nociones de "modelo incluyente, equitativo y no discriminatorio" aderezadas con las nociones empresariales de competitividad, eficiencia, productividad, girando en torno a la obsesión central: la creación de "nuevas formas institucionales que permitan la inclusión de los diversos actores en las decisiones públicas con capacidad para participar de las decisiones y no sólo para ser consultados".

¡Cómo les encanta eso de las nuevas formas institucionales...! Me los imagino perfectamente: El pelele presidiendo la instalación de una Mesa Central de Diálogo con la presencia del quién es quién de la vida política nacional: empresarios, políticos, funcionarios, intelectuales y, obviamente, como árbitros naturales, los charros. La foto para lo posteridad, los rollos para el recuerdo y luego una incesante ronda de discusiones inútiles pero que justifican perfectamente la existencia parasitaria de cientos de asesores de toda laya. ¡El mero sueño húmedo de Hernández Juárez!

¿Cómo es que los líderes del FAP no alcanzan a entender que no se gana nada pactando con estos impresentables seres que, además, se permiten poner a nuestro Presidente Legítimo en incómodas situaciones mediáticas? ¿Cómo pueden darle tribuna a entes tales como Isaías González, de la CROC, que con toda seriedad afirmó que los partidos luchan por el poder mientras ellos, los líderes, luchan por la justicia social? ¡Cómo no! ¿O una Ana Rosa Payán, que hasta hace poco tachaba a AMLO de comunistoide y que se rehusa a aparecer en público con él?

¿Qué es lo que verdaderamente busca Chucho Ortega? ¿Convertir al FAP en un instrumento a su servicio, que contrapese al Peje? ¿O tan sólo es que le brota esa cultura burocrática que identifica y hermana a los burócratas partidarios con los burócratas sindicales y los burócratas funcionarios, que los hace hablar un idioma común y tener una visión del mundo semejante que se resume en la conocida frase "vivir fuera del presupuesto es vivir en el error"?

Pues muy al margen de las intenciones de los charros, del FAP y de todo el mundo, la mayoría decidimos esperar hasta el discurso de AMLO. ¡Qué contraste de mítines, entre el desangelado acto sindical y el que presidió nuestro querido Peje Presidente Legítimo! Ahí sí estábamos bien atentos al fluir de las ideas y tomando nota de las cinco acciones específicas que pondremos en práctica de inmediato y que son las siguientes:

1. Aumento salarial de emergencia. En tan sólo dos meses del gobierno usurpador, mientras el salario mínimo aumentó un peso con noventa centavos al día, es decir, un raquítico 3.9 por ciento, los precios de la mayoría de los productos básicos se han incrementado en un 26 por ciento.

En consecuencia, es justo e impostergable recuperar, al menos, esta pérdida en el poder adquisitivo del salario.

Hay que hacer valer el derecho constitucional a un salario justo y remunerador que garantice a las familias de los trabajadores del campo y la ciudad, la satisfacción de sus necesidades básicas.

2. Debe implementarse, entre otras acciones, un programa de apoyo a los productores de alimentos básicos, mediante el establecimiento de precios de garantía o precios de referencia. Actualmente, el productor tiene que vender barato todo lo que produce y tiene que comprar caro todo lo que necesita. Que coman los que nos dan de comer.

3. Tenemos que impedir que entre en vigor en el 2008, la cláusula del Tratado de Libre Comercio que permite la libre importación de maíz y frijol, lo cual significaría un golpe definitivo a 4 millones de familias campesinas.

4. Demandamos que se aplique un subsidio urgente para reducir el precio de la tortilla. Más allá de la concepción tecnocrática que sataniza los apoyos y los subsidios, mientras en el mundo se protege a los productores y a los consumidores, se debe poner por delante el derecho a la alimentación de todos los mexicanos.

5. Debe aprobarse de inmediato la iniciativa de Ley sobre Precios Competitivos que presentamos en el Senado de la República. Con esta decisión política los legisladores estaría beneficiando a millones de consumidores mexicanos, quienes obtendrían ahorros equivalentes a más del 10 por ciento de sus ingresos. Ya es tiempo de que los integrantes del Poder Legislativo dejen de actuar en la esfera de los poderosos y se conviertan en auténticos representantes del pueblo.

Por un lado, sopita de letras, por el otro, un llamado a la acción. Todas estas propuestas son factibles y de inmediata aplicación. Sabemos, sin embargo, que la derecha reaccionaria no va a ceder a la primera. Esta manifestación es apenas el inicio de una serie de acciones de organización y lucha en toda la república. Hacen falta muchos millones de volantes que combatan la sensación de derrota e impotencia que ha cundido en algunos sectores que esperaban un triunfo fácil, como si alguna vez en la Historia los poderosos hubiesen entregado el poder fácilmente. Hacen falta muchas más movilizaciones, boicots, plantones, protestas, cacerolazos, paros, hasta llegar, eventualmente, a una huelga general.

En México sólo una vez la hemos practicado, en 1914, en plena Revolución Mexicana, cuando la carestía era tan insoportable que alentó a los trabajadores a encarar la pena de muerte con la que se castigaba entonces a los huelguistas. Ernesto Velasco, el gran dirigente electricista, Secretario General del SME, estuvo preso y encaró con entereza la sentencia a muerte decretada por el gobierno de Venustiano Carranza, que ya no tuvo tiempo de aplicarla. Pero sabemos que Velasco hubiera ido al paredón por sus convicciones. ¿De cuántos de nuestros actuales dirigentes, y hasta de nosotros mismos, podemos decir lo mismo?

Esa entereza, esa convicción, esa decisión de lucha es la única arma que puede llevarnos a la victoria. Y mientras tanto, seguiremos haciendo lo que se pueda, como se pueda y con lo que se pueda...


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