Juárez no debió de morir
Cuando estudié con las monjas del Sagrado Corazón --sí, soy Chica Fresa en serio-- sólo se mencionaba a Benito Juárez para condenarlo al más lejano rincón del infierno. Apenas habían transcurrido como ciento veinte años de la promulgación de las Leyes de Reforma y a curas y monjas todavía les ardía la creación del Estado laico, el fin del monopolio eclesiástico sobre las conciencias y sobre la vida misma de las personas, que hasta antes del triunfo de los Liberales tenían que pagar a los curas por cada acto de su existencia, del nacimiento a la muerte.
A pesar de los devaneos del frívolo de López Portillo con el Vaticano, todavía imperaba en el país un espíritu anticlerical --"come curas" llamaban a los políticos mexicanos. Si en su vida interna eran de misa diaria, y de confesión obligada los sábados, era algo muy suyo, siempre y cuando lo mantuvieran en el ámbito privado y respetaran cuando menos la letra de la Constitución.
Hace apenas unos cuantos años hubiesen sido impensables declaraciones como las del subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Florencio Salazar Adame, señalando que la grosera intervención del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo en nuestra política interna no viola ley alguna o como las del mocho Secretario de Salud José Ángel Córdova Villalobos, quien minimizó el problema de los abortos clandestinos diciendo que "sólo hubo 88 muertes maternas por esa causa" en el año del 2006 o la escolta militar en la inauguración de un acto de Provida.
Por menos que eso se hubiera armado un escándalo gigantesco y ahora, por el contrario, se nos trata de hacer pensar que el intervencionismo eclesiástico es "correcto" y "democrático", cuando esta archi-demostrado que los estados teocráticos siempre son excluyentes, intolerantes y violentos.
No, todavía no se nos olvida la Inquisición, que condenó al cura Hidalgo y a Morelos a la excomunión por sus afanes independentistas y que dejó sus cabezas colgadas en la Alhóndiga de Granaditas durante un decenio. No se nos olvida cómo los cristeros abuelos de Abascal y demás sinarquistas les cortaban las orejas a los maestros y maestras rurales por atreverse a enseñar a leer y escribir a los niños campesinos y cómo los torturaban y colrgaban de los árboles por tratar de difundir "una visión racional y científica del Universo". No se nos olvidan los ataques violentos de los militantes del MURO contra los universitarios democráticos, ni las agresiones de Ramírez Acuña a los altermundistas ni los recientes llamados del burro de Aznar (es pleonasmo) en contra de "los enemigos de Occidente", como llamó a los indígenas y a todos cuantos se oponen al neoliberalismo.
Por eso fue tan importante el llamado de nuestro Presidente Legítimo a conmemorar el centésimo primer aniversario del nacimiento de nuestro gran héroe cívico, Don Benito Pablo Juárez García, ahora que nos lo catafixiaron por un un día cualquiera, con toda la intención de irlo extirpando de la memoria histórica del pueblo mexicano.
En un acto bastante concurrido, aunque se trató de un día hábil, AMLO expuso seis temas fundamentales:
Señaló que la historia se repite, que también Maximiliano quiso que Juárez aceptara cargos en su gobierno y acabara con su movimiento. Me imagino a los Conservadores pidiendo a los Liberales que actuaran inteligentemente, que no desperdiciaran su fuerza política y demás sandeces que repiten hasta el cansancio las PANdejos. ¡Cómo no....!
Nuestro Presidente Legítimo señaló:
Creo que ese fe inquebrantable en la justeza de su causa, en el apoyo del pueblo y en el triunfo final es el que tanto les arde a los fascíficos y el que tanta fuerza nos da para seguir resistiendo.
Y mientras haya hombres como AMLO que retomen las banderas de la lucha juarista podremos afirmar que Juárez vive en todos nosotros.
A pesar de los devaneos del frívolo de López Portillo con el Vaticano, todavía imperaba en el país un espíritu anticlerical --"come curas" llamaban a los políticos mexicanos. Si en su vida interna eran de misa diaria, y de confesión obligada los sábados, era algo muy suyo, siempre y cuando lo mantuvieran en el ámbito privado y respetaran cuando menos la letra de la Constitución.
Hace apenas unos cuantos años hubiesen sido impensables declaraciones como las del subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Florencio Salazar Adame, señalando que la grosera intervención del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo en nuestra política interna no viola ley alguna o como las del mocho Secretario de Salud José Ángel Córdova Villalobos, quien minimizó el problema de los abortos clandestinos diciendo que "sólo hubo 88 muertes maternas por esa causa" en el año del 2006 o la escolta militar en la inauguración de un acto de Provida.
Por menos que eso se hubiera armado un escándalo gigantesco y ahora, por el contrario, se nos trata de hacer pensar que el intervencionismo eclesiástico es "correcto" y "democrático", cuando esta archi-demostrado que los estados teocráticos siempre son excluyentes, intolerantes y violentos.
No, todavía no se nos olvida la Inquisición, que condenó al cura Hidalgo y a Morelos a la excomunión por sus afanes independentistas y que dejó sus cabezas colgadas en la Alhóndiga de Granaditas durante un decenio. No se nos olvida cómo los cristeros abuelos de Abascal y demás sinarquistas les cortaban las orejas a los maestros y maestras rurales por atreverse a enseñar a leer y escribir a los niños campesinos y cómo los torturaban y colrgaban de los árboles por tratar de difundir "una visión racional y científica del Universo". No se nos olvidan los ataques violentos de los militantes del MURO contra los universitarios democráticos, ni las agresiones de Ramírez Acuña a los altermundistas ni los recientes llamados del burro de Aznar (es pleonasmo) en contra de "los enemigos de Occidente", como llamó a los indígenas y a todos cuantos se oponen al neoliberalismo.
Por eso fue tan importante el llamado de nuestro Presidente Legítimo a conmemorar el centésimo primer aniversario del nacimiento de nuestro gran héroe cívico, Don Benito Pablo Juárez García, ahora que nos lo catafixiaron por un un día cualquiera, con toda la intención de irlo extirpando de la memoria histórica del pueblo mexicano.
En un acto bastante concurrido, aunque se trató de un día hábil, AMLO expuso seis temas fundamentales:
- La defensa de la economía popular, poner un hasta aquí a los aumentos de precios, no permitir que sigan afectando la economía de las familias, no permitir que sigan aumentando los precios y sobre todo prepararnos, prevenirnos, porque ya quieren dar otro golpe. Ya quieren poner en marcha la llamada reforma fiscal, que no es más que cobrar más impuestos a los pobres y a las clases medias, para mantener los privilegios fiscales de los potentados. Tenemos que resolver esto, porque no debemos, por ningún motivo, aceptar el que se cobre el IVA en alimentos y en medicamentos, no permitir que se siga lesionando la economía popular, ese es un tema.
- El rescate el campo, cambiando la política agropecuaria, apoyando a los productores, comuneros, ejidatarios, pequeños propietarios, tenemos que insistir en que se debe de impulsar la autosuficiencia alimentaria. Tenemos ser nosotros, los mexicanos, autosuficientes, tenemos que alcanzar la soberanía alimentaría, para eso se requiere apoyar a los productores de cultivos básicos, a los que siembran sobre todo maíz y fríjol y seguir insistiendo en que sin maíz, no hay país.
- La defensa de los recursos energéticos, no permitir la privatización de la industria eléctrica ni del petróleo.
- El combate a la corrupción. Tenemos que seguirla combatiendo, siempre hemos sostenido que nada daña más a nuestro país que la deshonestidad de los gobernantes y ahora ya es algo totalmente descarado.
- El derecho a la información. En cualquier país verdaderamente libre y democrático, hay libertad, hay equidad, se le da la palabra, se la da la oportunidad de expresarse al que detenta el gobierno y se le da también la posibilidad de expresarse al que está en la oposición.
- La restauración de la República. Tenemos que emular, que seguir el ejemplo de Juárez y de los Liberales, tenemos que rescatar nuestra República, tenemos que construir y renovar las instituciones, no aceptar estas instituciones que han sido envilecidas, desmanteladas, secuestradas, que están al servicio de las minorías, de la delincuencia de cuello blanco, porque eso es lo que está sucediendo en nuestro país.
Señaló que la historia se repite, que también Maximiliano quiso que Juárez aceptara cargos en su gobierno y acabara con su movimiento. Me imagino a los Conservadores pidiendo a los Liberales que actuaran inteligentemente, que no desperdiciaran su fuerza política y demás sandeces que repiten hasta el cansancio las PANdejos. ¡Cómo no....!
Nuestro Presidente Legítimo señaló:
Tengo yo esa confianza, esa fe inquebrantable en el triunfo. Si algo destaco de las lecciones que nos dejó el presidente Juárez, es precisamente el hecho de que nunca perdió la fe en la causa que defendía.
Nunca perdió su optimismo, siempre mantuvo una fe inquebrantable en el triunfo de la causa que defendía, hasta en los momentos más difíciles.
Creo que ese fe inquebrantable en la justeza de su causa, en el apoyo del pueblo y en el triunfo final es el que tanto les arde a los fascíficos y el que tanta fuerza nos da para seguir resistiendo.
Y mientras haya hombres como AMLO que retomen las banderas de la lucha juarista podremos afirmar que Juárez vive en todos nosotros.
1 comment:
a güev.... perdon, totalmente de acuerdo chica fresa, no podemos darnos por vencidos, ni perder la fe.
chido tu blog
Saludos!!
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