La marcha del 8 de marzo
Lo sé, soy de lo peor, pero tengo que acabar la tesis en abril. He dejado de lado a mi bló querido. Ya no seré una estrella del ciberespacio, no me citarán los medios y los fecalitos morirán de tristeza. Ni modo.
Pero no podía faltar a la marcha del SME. ¡Eso sí que no!. Y menos aún cuando se trataba de una marcha por una vida mejor para todos y todas. Por algo se sumaron tantas otras organizaciones y hasta personajes de todo tipo.
Pero no podía faltar a la marcha del SME. ¡Eso sí que no!. Y menos aún cuando se trataba de una marcha por una vida mejor para todos y todas. Por algo se sumaron tantas otras organizaciones y hasta personajes de todo tipo.
El SME es mi otra familia. Hace milenios volanteaba a las puertas de los centros de trabajo de Luz y Fuerza con mi amiga Paquita, convencida de que había que ir a crearles conciencia para sí. Éramos jóvenes y burras. Teníamos tan poco conocimiento de su historia que a nuestro periodiquito le pusimos --con toda seriedad--, El Precursor.
Éramos dogmáticas y severas, unas verdaderas monjas de izquierda, carecíamos del sentido de la ironía, pero teníamos buena pierna y usábamos minifalda. Creo que una cosa compensaba a la otra. De ahí nacieron amistades entrañables que aún conservo y que me fueron enseñando a conocer y comprender la historia de una organización que tiene 92 años y se mantiene llena de enjundia, que aporta un caudal de buen humor, desmadre e irreverencia a la lucha y que no se olvida de sus días gloriosos como las huelgas de 1914, 1936 y 1987 ni de sus momentos oscuros, como el periodo de Rivera Rojas.
Éramos dogmáticas y severas, unas verdaderas monjas de izquierda, carecíamos del sentido de la ironía, pero teníamos buena pierna y usábamos minifalda. Creo que una cosa compensaba a la otra. De ahí nacieron amistades entrañables que aún conservo y que me fueron enseñando a conocer y comprender la historia de una organización que tiene 92 años y se mantiene llena de enjundia, que aporta un caudal de buen humor, desmadre e irreverencia a la lucha y que no se olvida de sus días gloriosos como las huelgas de 1914, 1936 y 1987 ni de sus momentos oscuros, como el periodo de Rivera Rojas.
(Nota: Dicen los compas que todos se van a quedar como el flaquito de enmedio si no les suben el sueldo.)
Cuando el Congreso del Trabajo y la CTM controlaban hasta el último detalle de los actos del 1° de mayo fue la única organización que abrió sus filas a sindicatos disidentes, como el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, el glorioso STERM que comandó Rafael Galván.Esa tradición de solidaridad ha sido constatada por innumerables grupos, nacionales y extranjeros, a los que han brindado su apoyo desinteresado y fraterno.
Es el único sindicato que conozco donde un líder en el poder, Jorge Sánchez, tuvo que reconocer que había sido derrotado por un márgen de ciento sesenta votos, porque el proceso era tan transparente y abierto que resultaba inatacable. El IFE tiene mucho que aprenderles.
Hay quien los llama obsoletos y nostálgicos porque todavía defienden la soberanía, la solidaridad, la dignidad, la equidad y tantos otros principios que hasta antes del Consenso de Washington se consideraban admirables. Su frase La Patria no se vende, se cuida y se defiende se ha convertido en el lema de todo el movimiento que defiende nuestra riqueza nacional y se opone a su entrega a los intereses privados.
El tema central de la marcha fue el salario mínimo, la carestía,la negativa a la privatización de la empresa y la solidaridad con otros movimientos de trabajadores. A diferencia de nuestras controladas marchas de telefonistas, en las que hasta el texto de las mantas es aprobado previamente por el CEN, acá se desborda el ingenio y la creatividad de cada uno de los centros de trabajo y de los grupos de trabajadores. Es evidente que destinan tiempo y dinero a sus mantas, pancartas, trajes, monigotes y demás.
La despensa de los pobres y la despensa de los ricos.
Es el único sindicato que conozco donde un líder en el poder, Jorge Sánchez, tuvo que reconocer que había sido derrotado por un márgen de ciento sesenta votos, porque el proceso era tan transparente y abierto que resultaba inatacable. El IFE tiene mucho que aprenderles.
Hay quien los llama obsoletos y nostálgicos porque todavía defienden la soberanía, la solidaridad, la dignidad, la equidad y tantos otros principios que hasta antes del Consenso de Washington se consideraban admirables. Su frase La Patria no se vende, se cuida y se defiende se ha convertido en el lema de todo el movimiento que defiende nuestra riqueza nacional y se opone a su entrega a los intereses privados.
El tema central de la marcha fue el salario mínimo, la carestía,la negativa a la privatización de la empresa y la solidaridad con otros movimientos de trabajadores. A diferencia de nuestras controladas marchas de telefonistas, en las que hasta el texto de las mantas es aprobado previamente por el CEN, acá se desborda el ingenio y la creatividad de cada uno de los centros de trabajo y de los grupos de trabajadores. Es evidente que destinan tiempo y dinero a sus mantas, pancartas, trajes, monigotes y demás.
¡Les deseamos larga vida y que su mal ejemplo contagie a todo el movimiento obrero mexicano.! Y espero que estemos preparados para apoyarlos si estalla la huelga el 16 de marzo.
La despensa de los pobres y la despensa de los ricos.
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