Los calcetines de Wolfie
No sé en qué consiste, pero cada vez que he intentado subir la imagen de los calcetines rotos de Paul Wolfowitz, Presidente del Banco Mundial (BM), algo sucede y mi post se pierde en el ciber espacio. A ver si ésta es la buena.
Porque yo no sé ustedes, pero a mí me ha quitado el sueño la idea de que el capi di tutti capi, el banquero de todos los banqueros, el mero mero, el que dicta condiciones y da y quita recursos a diestra y siniestra, el que gana algo así como veinte millones de pesos al año, más bonos y prestaciones, no tenga para un buen par de calcetines y unos alicates para dominar esas uñas como de perico veracruzano. No hablemos de esos zapatos desboleados y deformes que no han visto una franelita en harto tiempo.
Mi mente no se detuvo ahí. ¿Traerá las camisetas balaceadas y los chones con sello dorado? ¿Guardará en su casa las costras de los quesos y otros alimentos incomibles, como la abuelita de Primo Levi?. Y mire usted, si fuera la abuelita de Primo Levi el asunto no pasaría a mayores. Sería apenas una excentricidad o una muestra de avaricia. Pero Wolfie es un hombre con poder.
El señor debía haber sabido que cuando uno va a una mezquita, se descalza. ¿O pensaba hacer como Ariel Sharon cuando desató la Intifada con su grosera falta de respeto a la Gran Mezquita de Jerusalén?
Porque el es el mero principal de los neoconservadores gringos, esos halcones pro-israelíes y anti-musulmanes que se las traen... No olvidemos que Wolfie fue el artífice la guía para la planeación estratégica de la Defensa de Georgie Bush y que desde 1991 andaba promoviendo la invasión de Irak y la implantación de un gobierno afín para explotar ese mar de petróleo. Como Secretario Interino del Departamento de Defensa entregó las riquezas de Irak a Halliburton y demás firmas representadas por el vicepresidente Dick Cheney y ahora como Presidente del Banco Mundial ha negado créditos a Nigeria y otras naciones musulmanas con el argumento de la corrupción.
Y como buen derechoso, se le da muy bien eso de la doble moral. ¡Lástima --para él-- que los empleados del Banco Mundial y la Unión Europea no son sus incondicionales y ya casi logran su dimisión a causa de las prebendas que otorgó a su noviecita santa, Shaha Alí Riza. Ha de pensar que si Fox lo hizo por Martita, él no tiene por qué quedarse atrás.
Hace tiempo que tanto el FMI como el BM han estado cuestionadísimos por la mayoría de los habitantes del globo que sufrimos en carne propia los efectos de sus políticas. Hay quien aún piensa que se trata de las instituciones de Bretton Woods surgidas al final de la II Guerra Mundial, y que tenían como función ayudar a crear un mundo más estable, sin grandes crisis financieras ni grandes inequidades sociales como las que contribuyeron al ascenso del fascismo y a la expansión del comunismo.
Esos ingenuos parecen no haberse dado cuenta que son los arietes ideológicos, políticos y económicos del neoliberalismo, que cambiaron de rumbo hace ya varias décadas y que su único interés está en fortalecer al gran capital. Por ejemplo, la reciente reforma a la Ley del ISSSTE vino de allá, como antes la reforma del IMSS. Y el congreso de educación pública convocado por Elbita seguramente llegará a la brillante conclusión que hay que desmantelar los sistemas de educación pública porque no son eficientes. No en balde le dieron tanta publicidad a los malos resultados de la prueba ENLACE.
Así que si los calcetines de Wolfie y sus indiscreciones morales ayudan a debilitar al BM, bueno. Si logran romper el monopolio ejercido por los EE.UU. al momento de nombrar a su presidente, mejor. Y si, gracias a la intervención de los países más pobres se logra reorientar su política para que sea de verdadera ayuda al desarrollo, ¡no tiene precio!
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