El "se" impersonal

En México contamos con una construcción gramatical maravillosa, que nos exime de toda responsabilidad.

Así, nunca llegamos tarde a un compromiso, sino que se nos hizo tarde. En el primer caso, nuestra es la responsabilidad por no haber previsto las condiciones del tráfico citadino, o por la pestañita de quince minutos que nos echamos después de que sonó la alarma y nos retrasó, o por el desorden mental que nos impide encontrar llaves, cartera y demás cuando los necesitamos. En el segundo, la culpa la tiene la veleidosa Fortuna, deidad que rige la vida nacional, que no escuchó nuestras suplicas y se abstuvo de poner en verde todos los semáforos en nuestra ruta o no nos hizo el milagro de permitirnos ir de los Indios Verdes a la Ciudad Universitaria en nueve minutos o menos.

Las cosas se nos caen de las manos, nunca las tiramos por descordinados, y para excusar nuestras múltiples torpezas no tenemos sino que decir, como el imbécil del Chavo del 8, "¡Ay!, se me chispotió".

Así, un barbaján puede matar a una profesora de un tiro en la cara y decir "se me disparó el arma" como única explicación. Desde luego, esto implica que el arma, solita ella, sin mayor intervención humana:

• "se compró"
• "se cargó de balas"
• "se metió en el bolsillo del pantalón"
• "se empuñó"
• "se apuntó a la cara de la víctima",
• "se quitó el seguro" y, ahora sí,
• "se oprimió el gatillo y se disparó".

Difícil de creer, ¿no?

Algo tan inverosímil es la declaración de los líderes del Congreso del Trabajo condenando la subcontratación, tercerización o outsourcing. Según Enrique Aguilar Borrego, presidente del Congreso del Trabajo,

... se han generado un sinnúmero de empresas patito de outsourcing que operan sin ninguna reglamentación y que han permitido la introducción de venta de drogas en empresas serias

Mismo principio: las empresas subcontratistas, solitas ellas, sin intervención de las autoridades o complicidad de los líderes sindicales y los empresarios "se han generado" así, sin mayor explicación. Otro tanto ocurre con el poder adquisitivo del salario, que "se ha deteriorado" nada más porque sí, como si en ello no influyera la docilidad de los charros ante el gobierno para la aceptación de topes salariales y la validación del salario ínfimo, que no mínimo.

La violencia "se ha desatado" en el país, sin que en ella influyan las malas decisiones de un gobernante espurio, la creciente miseria de una parte considerable de la población o la infiltración del narco en la política.

Y así podemos seguir engrosando el catálogo de cosas que pasan por sí mismas, por pura perversidad, sin que nadie resulte responsable. ¡Qué re chulo es México, verdá de la Diosa Fortuna!