El cine Lido
Aunque no soy condechi, sino más bien escandonera, queda cerca de mi casa el Centro Cultural Bella Época - Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. Yo lo conocí como Cine Lido, y luego como Bella Época, con paredes tapizadas de terciopelo rojo, adornadas con enormes fotos en blanco y negro de todos los grandes astros y estrellas del cine nacional y extranjero.
Era nuestro cine familiar, al que íbamos cuando menos una vez por semana con los niños, pues su generosa política permitía la entrada de menores sin importar la clasificación oficial. Cuando todavían venían a México las películas de Tornatore o los hermanos Taviani, ahí se podían ver.
Ahora es el paraíso de los bibliófilos. En un espacio aéreo y bien iluminado tiene 250 mil ejemplares de todo tipo, desde lo que quedó de la Feria del Libro de Sevilla hasta libros en francés, inglés e italiano, todas las novedades del momento, cómodos sillones en los que sentarse a leer por episodios esa novela de precio inalcanzable, galería de arte, cinito y hasta una cafetería con internet inalámbrico. Digo, ¡el Paraíso!.
Ayer me dí una vuelta --procuro espaciarlas, porque nunca he podido salir indemne del bolsillo-- y me encontré con varios libros acerca del fraude electoral. Compré el de Elenita acerca del plantón, por pura nostalgia y me quedé con ganas de llevarme el de Lorenzo Meyer, los de Guillermo Zamora y otros más. Ahí será después.
Pero, por lo menos por lo que hace a los títulos, la convicción de que hubo fraude es inescapable. No ví un solo título en favor del pelele. Me imagino que sus apologistas sólo sirven para vomitar materia fecal (obvio), pero no pueden sostener una argumentación coherente.
El ejemplo más reciente lo tuvimos con el round de sombra que se aventó el espurio contra la ciudad. Finalmente, como era de esperarse, tuvo que avalar la renegociación de la deuda y liberar recursos para que se construyan la Línea 12 del Metro, varías líneas más del Metrobús, se mejore el drenaje profundo, etc.
Bien dicen que para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo y al überChicagoBoy Pedro Aspe sus discípulos de la Secretaría de Hacienda no pudieron ponerle ni un pretexto. Nada más por eso, valió la pena el millón de pesos que le pagamos los chilangos por asesorar la negociación.
Bien decía José Martí que las revoluciones necesitan alas, pero los gobiernos, pies. Y bien puestos en la tierra. Ni modo, así es esto de la política.
El sainete también tuvo el efecto de poner en primer plano la urgente necesidad de que el Distrito Federal se convierta cuanto antes en el Estado 32, para que dejemos de ser ciudadanos de segunda. Así dejaremos de estar tutelado como si fuésemos menores de edad. Espero trabajar duro para que en el 2009 la izquierda sea mayoría en las Cámaras y este sueño añejo se convierta en realidad.
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