Gángsters contra charros

En 1947, Juan Orol presentó su película Gángsters contra charros en el viejo Chicago, que ha sido considerada como una de las cien mejores películas del cine nacional. En ella, el gángster Johnny Carmenta (Juan Orol) se tiene que enfrentar a Pancho Domínguez, el charro del arrabal, (José Pulido), quien ha impuesto su ley en la ciudad. La rumbera Rosa (Rosa Carmina) transita del gángster al charro, encendiendo la ya de por sí enconada rivalidad entre ambos.

Cual nueva reedición del asunto, acabamos de enterarnos que la Gordillo se presentó en Tijuana con una cohorte de mapaches magisteriales cuya misión es derrotar a Jorge Hank Rhon e impedir que llegue a la gubernatura de Baja California.

Desde luego, Hank Rhon es mucho más feo que Juan Orol, y carece de esa bondad subyacente que lo redimía en todas sus películas, mientras que "la charra del arrabal" no sólo ha impuesto su ley en la ciudad sino el país entero y es más perversa y retorcida que cualquier villano de película.

Por si fuera poco, carece de toda autocrítica. Como muestra, el siguiente párrafo:

"Los rojos -dijo Gordillo a los mentores en una reunión efectuada en el salón Alba de esta ciudad- representan la delincuencia y la corrupción. Y aunque los azules son soberbios y prepotentes, en esta ocasión Nueva Alianza aún no tiene la fuerza para contender sola y ganar la elección. Por eso vamos en alianza con los azules''.

o éste:

'No somos mapaches. No venimos a hacer tacos (de votos) no venimos a hacer trampa'', dijo en una reunión privada.

Ahora resulta que la maistra es todo un arquetipo de pureza, de limpieza electoral, de corrección, de interés cívico y demás virtudes ciudadanas.

Desde luego, Hank Rhon es otro dechado de monerías. Por ejemplo, cuando le preguntaron acerca de sus planes de entregar Baja California a los extranjeros afirmó:

''Ya andan diciendo que quiero vender el estado a los chinos. Pues sí, sí les voy a vender terreno para que inviertan. Obviamente va a ser negocio y se llevarán sus utilidades porque serán suyas, pero sus inversiones aquí estarán, generando empleos''.

Dicen que entre mulas nomás las patadas suenan y que para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo. Quizá el activismo de Elba, que generalmente prefiere moverse desde las sombras, se debe a que sabe que Hank Rhon será un enemigo formidable, porque no puede comprarlo (el señor ganó más de siete mil millones de pesos en un semestre), presionarlo o amenazarlo.

Lo terrible es que los bajacalifornianos, tal como la rumbera de la película, aparentemente no tengan más opción que elegir entre gángsters o charros y que éstos, a diferencia de los candorosos personajes de Juan Orol, sean malos, malos, malos.